Opinión

Antonio Hernando Vera

Abogado

Comunidades autónomas y pacto

Los Pactos de la Moncloa de 1977 se suscribieron por las principales fuerzas políticas, sindicales y empresariales. En aquel momento ni existían las comunidades autónomas ni tenían el desarrollo constitucional, legal y competencial que tienen hoy. España es un estado autonómico, un modelo sui géneris dentro de los estados de corte federal, que en base a sucesivas descentralizaciones, reformas estatutarias y evoluciones jurisprudenciales ha logrado un nivel de autonomía y descentralización impensable durante la transición. Por eso resulta muy conveniente que el presidente del gobierno quiera contar las comunidades autónomas a la hora de construir una gran concertación nacional para afrontar la durísima crisis económica a la que nos enfrentamos. Los gobiernos de las CC.AA. son imprescindibles para afrontar la recuperación de la economía, del tejido productivo que se está destruyendo y para paliar los profundos daños sociales que todo ello acarrea. A diferencia de lo que paso en 1977, ahora no se trata de pactar la transición de la dictadura a la democracia, de aprobar una constitución o de diseñar un modelo de estado. Todo eso ya está hecho, y a la vista de lo que ha pasado durante más de cuarenta años, la fortaleza de los cimientos que se fraguaron entonces es resistente y perdurable. Ahora se trata de afrontar las graves consecuencias del COVID19 con la unidad, el concierto y la coordinación de todos los actores que son fundamentales, y las comunidades autónomas lo son. Unos partidos gobiernan unas comunidades y otros otras, y por lo tanto sería un gran error que los gobiernos autonómicos asumiesen visiones partidistas a la hora de acudir a la reunión. De lo que se trata es de arrimar el hombro en el ámbito de sus competencias, poniendo el interés de la ciudadanía por encima de cualquier otro. A la reunión de la semana que viene no acudirán presidentes autonómicos de PP, PSOE, PNV o JxC, irán los legítimos representantes de todos los andaluces, madrileños, catalanes o vascos. Y su obligación histórica es desembarazarse de miradas partidistas o de cualquier atisbo de interés electoral, para estar a la altura moral que están demostrando los millones de hombres y mujeres de todas las comunidades autónomas. Y si ya de paso, en esas mismas comunidades, se trabaja por acuerdos autonómicos para la recuperación económica y social, quizás estaríamos dando una lección tan ejemplar e histórica como la que dieron los líderes de la transición.

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