Desayuno con diamantes

José Fernando Pérez

Excusas

Excusas para todo y para todos. Pero la realidad se ha torcido hasta dar por finalizada la escapada hacia adelante

Aborbotones.

De forma gratuita. Cuando nadie las pide, ametrallan de forma lasciva el lenguaje. Envueltas en la dulzura de una crema pastelera agriada por llevar demasiado tiempo a la intemperie.

Cuando no tenían ni que existir, si no hubiera algo que hubiera provocado el tener que utilizarlas para ocultar la verdad.

Excusas traidoras, bellacas, de maldad. De desvergüenza, o bien excusas por error. Error intencionado.

Excusas para todo y para todos. Pero la realidad se ha torcido hasta dar por finalizada la escapada hacia adelante.

Seguimos y la excusa nos persigue. Fabulamos, para dar excusas sobre lo excusado. Mentimos, para excusar lo que no teníamos que haber excusado. Buscamos el arrepentimiento mediante el asentimiento que pudiera surgir de quien nos escucha, la excusa…

Momento crucial, donde se ha traspasado la barrera de lo humanamente razonable, cuando la excusa es la carta marcada que solicita la bienaventuranza del dañado, del agredido, del grupo.

La marca indeleble que ha dejado la calumnia se expresa, sin dilación, sin siquiera el máximo sonrojo.

Maldita forma de pervertir el agridulce bienestar del día.

Excusas banales. De barra de bar. De niño al que han pillado con las manos en la masa cogiendo las galletas prohibidas, o las monedas del monedero de su madre.

Excusas para todas las edades, pero teniendo en cuenta la edad de quien las da, la excusa es peregrina y futil. Alocada y desdentada. Teñida de gris ceniza. Manchada de la sangre que brota del arañazo rabioso y autoinfligido.

Paciencia para escuchar excusas, y más paciencia para recibir entre las costillas el palazo de de quien luego pide excusas. Bruñiremos el moratón de las entretelas, y la calumnia manifiesta.

"Excusatio non petita, accusatio manifesta"

Cobardía y excusas, contra gallardía y honradez. Muñidores de desastres frente a facilitadores de posibilidades.

De donde venimos ni se sabe, pero donde vamos con excusas no es ningún sitio veraz y cabal. Sólo un pupitre donde mostrar las desvergüenzas y mascullar entre dientes, otra excusa.

Ya no tenemos excusas.

Es más, ya no tienen excusas.

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