La Resistencia

Luz Belinda Rodríguez

Parlamentaria andaluza por Almería

Feminismo

Hemos podido observar cómo durante estos últimos años ha surgido un tipo de feminismo beligerante y fanático

El próximo domingo es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Desde 1975 está considerado como tal por las Naciones Unidas. A nadie escapa que el papel de la mujer durante la historia no ha sido precisamente fácil, sino todo lo contrario: hemos vivido muchas épocas en las que eramos consideradas, básicamente, una propiedad más.

El machismo existe. Negarlo es tan poco serio como decir que la tierra es plana. Hay ocasiones donde muchas mujeres, por el simple hecho de serlo, se encuentran en claras situaciones de desventaja, mal miradas, o sufriendo distintos tipos de violencia. Lo cual es abominable y del todo inaceptable.

Pero, por otro lado, hemos podido observar como durante estos últimos años ha surgido un tipo de feminismo distinto al que estábamos acostumbrados. Un feminismo beligerante en su contenido y fanático en sus formas, que cada día aleja más y más a muchas personas que consideramos que en las posturas enmarcadas en el diálogo están los resultados asumibles por todos. Es en la sensata y fiel contraposición de ideas donde se halla la virtud del debate político. Porque si: esto no deja de ser política. Y me sitúo en esta posición por muchos motivos.

No considero que todos los hombres sean potenciales violadores o maltratadores: defiendo que a los hombres que lo sean les caiga encima todo el peso de la ley, sin beneficios penitenciarios ni medias tintas de ningún tipo. No pienso que por ser mujer necesite ningún tipo de algodón sobre el que recostarme: estoy igual de capacitada que un hombre, y es en mi esfuerzo y valía personal donde debo sustentar mi progreso como persona.

Desconfío de la utilidad de declarar la guerra al varón como medio de conseguir ningún objetivo. Básicamente, porque no creo en la beligerancia como herramienta político-social. La realidad no es blanca o negra. La bondad y la maldad no se reparten por sexo, sino por la actitud que se toma.

No pienso someterme a nada como mujer, y mucho menos a quienes quieren fomentar una especie de pensamiento único que trasciende al feminismo envueltos en la bandera de la lucha por los derechos de la mujer. Que recuerdo que también son los míos, y que estoy legitimada para ejercerlos de la forma que mejor considere. No veo en el hombre a un abusador, sino a un aliado en un proceso, el de la igualdad, que debe incluirnos a todos, y que trasciende ideologías.

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