Fernando Martínez y la revancha

Martínez López tiró de manual socialista, del mismo que utilizaba cuando, hace dos décadas, me daba clases de doctorado en Historia

Esta semana, Fernando Martínez, almeriense y secretario de Estado para la Memoria Democrática, tras el papelón de su visita junto al presidente del Gobierno al Valle de los Caídos, disfrazados de ‘un amigo en Balay’, repetía ‘teatrillo’ en el Cementerio de San José en Almería. Ahora no se trataba de hacer protagonistas a los muertos de hace 90 años durante una guerra, sino a los que murieron hace dos siglos, como si alguien estuviera pensando en la cantinela esa que hace tiempo que huele a ajo de Los Coloraos.

Mi compañero de esRadio Almería, Juanje Reche se plantó allí, en un impecable ejercicio de PE-RIO-DIS-MO destinado a desenmascarar a quien lleva máscara, y le preguntó “por Ángel Alcaraz, Antonio Bascuñana, Luis Belda, José María Díaz, Julián Fernández, Leonardo Flores, José Fornieles, Juan Gallardo, Juan Jurado y así hasta 465 represaliados y asesinados por las organizaciones obreras y republicanas, con especial protagonismo de los comités de la UGT, durante la Guerra Civil en Almería, de ellos 105 pertenecientes al ámbito religioso”, citando también “al propio Obispo Diego Ventaja y al director y el propietario del periódico La Independencia, Fructuoso Pérez Márquez y Juan José Vivas Pérez”, para preguntarle finalmente “¿por qué usted, que es almeriense, no dice nunca absolutamente nada ni los incluye en ningún proyecto de la Memoria Democrática, de la que es secretario de Estado?”Martínez López tiró de manual socialista, del mismo que utilizaba cuando, hace dos décadas, me daba clases de doctorado en Historia, afirmando por un lado que la Memoria Democrática sí habla de las víctimas de la represión y el asesinato por parte de las izquierdas y, por otro, que ahora no toca, que ahora hay que hablar de las víctimas republicanas y no de las nacionales, que ya tuvieron sus homenajes. Es decir, que recuperó el atroz argumento de que ahora nosotros, los demócratas de la Constitución del 78 tenemos que hacer lo mismo que hizo el dictador Franco en su momento, es decir, discriminar entre víctimas y prestar más atención a unas que a otras.

Alguien podría decir que Fernando Martínez es el nuevo Franco, aunque claro, con bastante menos respeto por la verdad y el rigor del que tenía el caudillo. Por cierto, ¿se puede decir caudillo o ya lo han prohibido?

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