Opinión

Francisco García Marcos

MUJER Y COMUNICACIÓN

Si se progresa en una sociedad paritaria, las lenguas lo harán en la misma dirección

Como las golondrinas becquerianas, estos días volverán a posarse las conocidas contraposiciones entre lenguaje de hombres y de mujeres. Supongo que se resolverá la cuestión diagnosticando el conocídisimo mal del andropocentrismo lingüístico que aqueja a la comunicación. Y me temo que para tal dolencia se receterá la extirpación de los plurales inclusivos. Cumplido el ritual, volveremos todos a nuestra cotidianidad.

Hace más de 50 años que los sociolingüistas se ocupan del uso idiomático de hombres y mujeres. Los resultados científicos no se corresponden demasiado con los tópicos comunes. Para empezar, las diferencias biológicas son superficiales. Pronunciar con un timbre más o menos agudo, condiciona mínimamente la producción y recepción de mensajes. Sí que se han delimitado dos grandes modelos de procesamiento comunicativo, uno masculino y otro femenino. Solo que, contra su denominación, tampoco se distribuyen en función del sexo biológico. Grosso modo, el masculino es propio de las ciencias frías, mientras que el femenino quedaría para los conocimientos humanísticos. Eso quiere decir que lingüísticamente una bióloga está más próxima a un ingeniero que a una historiadora.Sin embargo, la ciencia ha documentado que existen mujeres obligadas a perder el apellido de solteras, o que han de utilizar pronombres honoríficos para referir a los varones, o que están obligadas a callar delante de ellos, o que tienen prohibido el acceso a la escritura…. La lista de violaciones de derechos lingüísticos de las mujeres ocupa el mapamundi al completo. Todos esos casos comparten un denominador firme: la presencia activa del contexto social como agente primordial en su origen. Cuando este deja de actuar, las diferencias biológicas se difuminan. La Brujas de la Noche aterrorizaron a sus enemigos en Stalingrado. Empleaban, desde luego, el mismo lenguaje que sus compañeros de armas. Todo empezó cuando les asignaron un avión de combate, como a cualquier otro piloto.

Si se progresa en una sociedad paritaria, las lenguas lo harán en la misma dirección. En sí mismas no son instrumentos de nada, sino reflejos de una base única y exclusivamente social. La mejor contribución que un lingüista puede realizar al Día de la Mujer consiste en explicar las cosas tal cual son, sin demagogia. Sobre todo porque la demagogia al final termina siendo fatalmente contraproducente.

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