La mirada zurda
Antonio Guerrero
¿Puede una IA tener conciencia?
ACUDÍA Manolo con sus hermanos Salvador, Baldomero y Juan Gabriel y la inseparable compañía de sus guitarras a los programas cara al público de Radio Juventud. Manolo y sus guitarras, que así se llamó el grupo desde un principio, actuaban generalmente en locales de la Costa Brava y siempre que podía se venían para la añorada Almería, su tierra natal, para actuar en las fiestas de los pueblos. No cabe duda de que la radio fue su primer trampolín, al menos en Almería. En aquella emisora de la Plaza de San Fernando les presentaba la pareja Sigifredo Ortega y Emilia Martín, en el estudio grande, repleto de público siempre dispuesto al aplauso.
Hasta allí remonto mi recuerdo. Era un tiempo de concursos y de discos dedicados. Radio espectáculo y radio compañía. Finales de los cincuenta, la década prodigiosa que vivieron todas las emisoras españolas. Manolo y sus hermanos caían bien al público y supieron aceptar el riesgo y la aventura diaria. Sólo el tesón y la imperiosa necesidad de salir adelante hicieron posible el éxito que en sueños vislumbraba aquel espabilado muchacho de voz potente que encabezaba el grupo. Atrás iban a quedar bien pronto los primeros trabajos como albañil, metalúrgico y ebanista, aunque mantendría constante ese espíritu de superación, suficiente para estudiar por las noches el bachillerato elemental que le permitiría aprobar unas oposiciones de auxiliar de Correos. Madrecita María del Carmen estaba orgullosa de sus hijos, y la modesta fonda de El Ejido era ya un lejano recuerdo de aquella familia que tuvo que emigrar a Barcelona, como tantas otras familias almerienses, cuando el Campo de Dalías era un territorio estéril, años anteriores al milagro de los invernaderos. Contratos mínimos en compañías de variedades, paso a paso, hasta la grabación de los primeros discos: Debajo de los olivos y Yo soy un hombre del campo" (años 1958-59). La consagración popular vendría en 1960 con El porompompero, que se cantó hasta en Japón. Su primer espectáculo propio se iniciaría en el Teatro Duque de Rivas, de Córdoba. Vendría después su primera película, Los guerrilleros, que contribuiría al aumento de su popularidad. Manolo Escobar protagonizó y cantó en películas tan taquilleras como El padre Manolo, Relaciones casi públicas, Pero en qué país vivimos, Entre dos amores y Juicio de faldas. Pero antes fueron muchos los éxitos discográficos, aunque habitualmente no figuraran en las listas que confeccionaban los comentaristas de musicales. Su repertorio alcanza más de quinientas canciones, muchas de ellas tan populares como Mi carro, Almería, espejo del mar, Ni se compra ni se vende, La morena de mi copla, Si vas pa la mar y Que viva España, pasodoble escrito por unos holandeses del que se vendieron más de seis millones de discos", cifra que, hasta entonces, no había alcanzado ningún cantantes español.
Manolo Escobar ha representado muy dignamente a la canción española y andaluza en todos los escenarios del territorio nacional y en el extranjero ha sido la voz de España para los emigrantes. Como índice de audiencia radiofónica debo señalar que sustituyó a figuras tradicionales como Juanito Valderrrama y Antonio Molina en peticiones del oyente y discos dedicados, y supo adaptarse a las distintas épocas, siempre con el número uno, según la apreciación popular. Según datos de la SGAE, la canción El porompompero, de Rodríguez, Ochaíta y Solano, cantada y grabada por Manolo Escobar, fue la que más dinero recaudó durante los años 60, y sin embargo nunca aparecería como tal en las listas de éxitos, que no sé por qué motivos (tal vez por papanatismo) se otorgaba siempre a la llamada canción moderna. A pesar del tiempo la popularidad de Manolo no llegó a eclipsarse, y ha seguido con esporádicas intervenciones en programas de televisión y actuaciones en vivo, siempre sonriente, simpático, sencillo y acogedor, de cantante masculino -quiero decir sin amaneramiento- en el pregón de la copla, voz del pasodoble, voz del pueblo, trabajador incansable, ejemplo de constancia, viejo amigo que no renunció nunca a su tierra almeriense, a la que cantó con entusiasmo.
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