Reflejos

Francisco Bautista toledo

Tiempo de magia y esperanza

En el mundo de la creación artística existen múltiples formas de entender su función en la Sociedad. Hay artistas que poseen una mentalidad artesana, siempre al servicio de la dádiva del pagador. Están los funcionarios del arte, es decir, quienes están al servicio de una idea política, incorporados en su engranaje propagandístico, trabajando en proyectos de arquitecturas sociointelectuales. Ofrecen su ingenio para conseguir fines ajenos a su pensamiento creativo natural, optando por traicionarse a sí mismos. Existen algunos, que se llaman artistas, faltos de pensamiento original, que imitan o proponen estrafalarias composiciones, aduladas por los entendidos que piensan como ellos, o quieren destruir el pasado cultural, pero su labor está más centrada en el esperpento, y en el mejor de los casos en la decoración.

En la realidad actual la técnica de los titanes invade la existencia, queriendo reemplazar el pensamiento intuitivo. Se camina hacia los días grises sin final, y como dicen algunos, es el fin de la Historia.

Hay artistas ajenos a todos los anteriores supuestos, centrados en la idea universal surgida desde el inicio del ser humano. Beben de las fuentes del diálogo que entablan con lo que no existe para la razón, en los espacios invisibles, sienten su presencia, las posibilidades que guardan, estando a la espera de ser desveladas. Intuyen el mañana, el cambio generador de futuros exuberantes en Belleza, la cual trasciende el concepto común admitido, pues abarca la percepción armónica de una realidad deseada, de unas Sociedades donde prime la justicia, basada en el respeto de los derechos de las personas, según una concepción humanista de la existencia. En los tiempos de crisis, estos artistas sueñan, mantienen viva la luz de la ilusión, el fuego vivificador de los tiempos añorados.

El artista es el gran transformador de la realidad, crea posibilidades nuevas, gracias a su imaginación y lucidez, que invoca con la fuerza de su genio, ofreciendo universos posibles antes soñados, pero hasta ese momento, en que han sido ofrecidos, intangibles.

Estos artistas son los magos, adelantados que predican un tiempo de esplendor, donde triunfará el lenguaje de las cosas, en el que las miradas comulgarán con el pálpito del autor.

¿Es el tiempo de los profetas? Sólo su paso nos lo confirmará. Mientras, nos seducimos ante sus propuestas, internándonos en ellas, olvidando el entorno, pensando el futuro.

Si embargo la impaciencia oprime el corazón. ¿Será cierto aquello que sentimos?

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