Ultraje a la bandera

España, el pluralismo político que está dentro del marco constitucional, debería reparar este hecho

Estimados y apreciados lectores, estamos viviendo momentos de grandes tribulaciones y turbulencias, especialmente, en nuestra quijotesca España, aumentadas estas por la inestabilidad política a nivel de gestión y gobernanza a nivel del Estado, aunque se trasladará, a buen seguro, no deseable y tristemente, de forma mediata a todas las Comunidades Autónomas y otras Entidades Locales, debido a los posicionamientos políticos carentes de sapiencia y sabiduría y cada vez más irascibles y agresivos dialécticamente.

Lo ocurrido recientemente en un medio de comunicación televisivo, que digan lo que digan es un ilícito penal, ni presunto ni no presunto, ha llegado al máximo exponente de la falta de respeto y consideración a los símbolos investidos constitucionalmente y, por tanto, democráticamente, que están incardinados en la configuración de lo que hoy es y significa España como una unidad territorial de destino universal aceptada internacionalmente con su diversidad cultural.

Esa espiritual Bandera, la más gloriosa, que ha sido y es ofendida y ultrajada con actitudes irrespetuosas es la misma que ha cubierto miles de féretros, que en su interior se encontraban las difuntas personas que dieron su vida al servicio de España, especialmente, aquellas que han sido víctimas de las lacras terroristas y, aquellos otros, que día a día en cumplimiento de su deber ha expirado su corazón en aras al cumplimiento del deber público exigido, sirviéndoles nuestra Enseña Nacional como mortaja para recibir su alma como último Sacramento, el descanso eterno en el Paraíso junto al Señor de la Vida y la Esperanza.

España, el pluralismo político que está dentro del marco constitucional, debería de reparar este último hecho reprobable. Primero, instando al Ministerio Público para que aplique el artículo 543 del Código Penal, segundo, que Sus Señorías de la Carrera de San Jerónimo no modifiquen las leyes que nos protegen a todos los españoles de estos delitos de ofensa y ultraje a los símbolos del Estado-Nación, y finalmente, ante esta y otras provocaciones, calma, evitemos el desaliento y el desánimo, exijamos convoquemos, protestemos y defendamos a España de quienes quieren desangrarla con decisiones políticas que están condicionando el horizonte de los derechos y libertades de la Constitución Española. Un paso al frente y mirada alta en señal de desagravio. ¡Viva España! ¡Viva El Rey!

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