En tránsito
Eduardo Jordá
Mon petit amour
El Santísimo Cristo de la Escucha arropado por su Hermandad capitular sigue realizando su recorrido pastoral por las diversas iglesias y conventos de la capital almeriense, habiendo llegado este fin de semana al Monasterio de las Puras desde el Convento de las Claras y, con anterioridad, el día de la Octava del Corpus organizada por la Cofradía del Prendimiento, de las Esclavas del Santísimo Sacramento, estando todos estos templos conventuales en pleno casco histórico de la ciudad, en donde cada día suena el canto de las horas al unísono, que marca la vida diaria de estas comunidades de religiosas de clausura en una consagración genuina a Dios.
Entre letanías invocadas por los sacerdotes acompañantes, cada vez que ha llegado el paso a hombros con la imagen sagrada del Santo Cristo de la Escucha a estos queridos conventos de clausura almeriense, ha envuelto a todos los fieles y devotos asistentes en lo que significa la verdadera vocación contemplativa, al reflejarse en la belleza armónica de sus angelicales rostros cubiertos con sus hábitos religiosos, la profundidad espiritual de las monjitas en una fe sólida y constante, impregnadas de bondad cristiana y simplicidad de espíritu en la santidad, transmitiéndonos esa impronta silenciosa y de quietud a quienes las miramos con la ternura de madres.
También, durante estos encuentros, me he acordado, que estas religiosas madres están donde están, gracias a la responsabilidad que han ejercido sobre ellas la dirección espiritual, permitiéndoles con el tiempo, siempre Dios espera y está siempre presente, la decisión trascendental de contestar con madurez y plenitud de vida a la llamada de Dios y ser expresión genuina de ternura y misericordia en el comprensivo evangelizador.
Era obvio, que el Santo Cristo de la Escucha se hiciera presente en estos Conventos, excelente decisión de apostolado de la hermandad, cabildo de canónigos y obispo, para testimoniar en estos tiempos de desencanto espiritual, que la vida consagrada con un espíritu renovado es un don del Espíritu a su Iglesia y de que ejerce en el mundo, también en nuestra iglesia diocesana, una particular misión profética y escatológica a través de los votos religiosos, que no son una renuncia a la libertad sino generosa entrega comprometida al prójimo en su evangelización, haciéndonos mirar el mundo con la alegría pascual en una atmósfera algo más humana. Paz y Bien.
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