La danza de la lluvia se cuela en Fitur

Dos problemas le quitan el sueño a Moreno: la sanidad y la sequía. La primera puede mejorar, pero la segunda escapa a su control

La danza de la lluvia se cuela en Fitur

La danza de la lluvia se cuela en Fitur / Dpto. de Diseño

DOS problemas le quitan el sueño a Juanma Moreno: la sanidad pública y la falta de agua. Su gabinete está a tiempo de contrarrestar las quejas por la falta de médicos y las listas de espera con el especialista, pero la sequía se escapa a su control. El debate se coló hasta en Fitur, y obligó a nuestros dirigentes a pactar medidas para ahorrar agua, sin amenazar a nuestra principal industria. Cada plaza de alojamiento turístico consume tres veces más de agua que los hogares andaluces. ¿Pero hasta qué punto puede Andalucía poner en peligro su principal fuente de ingresos limitando su consumo? La falta de agua es tan prolongada y la demanda tan potente, que sólo nos queda rezar. Así que si por casualidad vieron estos días a los políticos cantando y bailando por Madrid, no sean mal pensados: interpretaban la danza de la lluvia.

La economía andaluza se juega 7 puntos del PIB si este año no llueve. Más de 140.000 empleos están en peligro. Y aun así, los últimos mensajes de nuestros dirigentes confunden al personal porque algunos son contradictorios. El presidente andaluz avisó la semana pasada que habrá restricciones en verano, si no llueve durante 30 días seguidos. Varias ciudades se plantearon en paralelo rebajar la presión del agua por la noche tras la Semana Santa. A priori parecía lo más prudente, pero cundió el pánico entre los feriantes y muchas localidades reaccionaron descartando las limitaciones durante las fiestas de primavera. El propio Moreno se vio forzado a garantizar que hasta el verano no habrá restricciones. Y esto si sigue sin llover, claro está. Porque un día más tarde cayeron cuatro gotas y muchas poblaciones anunciaron que ya había agua para cinco meses más. Un día la situación es crítica y al siguiente rebajamos el nivel de alarma porque llovió algo. Así es imposible concienciar a la población, con cada ciudad haciendo la guerra por su cuenta. Y menos si la Junta y el Gobierno abren otro frente, a las primeras de cambio, por las desaladoras. Menos mal que no han hablado de trasvases. Porque nos resulta más fácil pedirle agua a Portugal que ponernos de acuerdo entre nosotros. Tiene que llover y mucho, pero entretanto hay que apelar a la unidad de acción para impulsar infraestructuras hídricas. Si otros países con un clima tan severo como Sudáfrica le plantan cara a la sequía por derecho, ¿qué nos lo impide a nosotros? La falta de acuerdo. Y si nada cambia, llegaremos al verano y ocurrirá como en 2023. Unos municipios costeros cerrarán el grifo hasta en las fuentes y las duchas de la playa y otros no ahorrarán una gota. Si ignoramos que hay pueblos que necesitan camiones cisterna para beber agua desde hace meses, difícilmente se ganará la partida. Tiene que haber excepciones en las provincias donde haya suficiente agua. Pero Andalucía sólo superará la sequía si es capaz de ofrecer una imagen tan compacta como en la pandemia.

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