De reojo

José María Requena

La moda de Bushear

08 de febrero 2009 - 01:00

SI introduce el vocablo "bushismo" en el buscador Google, le aparecerán más de quince mil entradas dedicadas a todo tipo de necedades atribuidas al ya ex Presidente, George W. Bush. Solo he visto unas cuantas para inferir que aunque solo fueran ciertas el uno por ciento de las anécdotas que se le endilgan, estamos ante el mandatario occidental más inepto de la era moderna. Y no era nada fácil alcanzar tan dudoso mérito. Si aún no las conoce examine alguna y opine. Podrá tacharme de poco serio por atribuir verosimilitud a tales leyendas. Pero añadiré en mi descargo que mucho antes de conocer ese neologismo y la chunga que a su costa circula por la red, ya tenía conciencia plena y razonada de la insolvencia intelectiva y moral del personaje.

Y que la torpeza de su elección misma, nunca me pareció imputable al pueblo norteamericano, admirable por tantas otras cosas. A tal criatura la colocó de marioneta Presidencial, la tramoya infalible de un sistema económico financiero dictatorial, ya denunciado por Eisenhawer, al que me he referido alguna vez. Eso sí, en un extravagante recuento de votos que seguí en su día como quien asiste a una farsa tragicómica en dos actos. Pero no es ya su elección lo que me turba tras el adiós. Sino el grosero abanico de intrigas execrables que apadrinó y nos lega. Desde suspender la aplicación de la Convención de Ginebra y redefinir leyes para legalizar el uso de torturas, hasta iniciar un conflicto ilegal en el que han perdido la vida y hacienda cientos de miles de iraquíes y más de cuatro mil soldados estadounidenses, empañando la autoridad moral de su país y de todo occidente. No lo digo yo, lo puede ver ya refrendado en informes del Senado de EEUU. Y tan torpe es su currículo que ni cabe hablar de negocios patriotas. Según el premio Nobel J. Stiglitz la guerra de Irak que iba a costar menos de 200.000 millones de dólares, al final supondrá casi dos billones. Eso no se compensa ni con el 100% del petróleo iraquí durante 100 años.

Otra ruina que añadir al descalabro que propició en Wall Street. Solo harán negocio los cuatro mangantes que lo encumbraron. Sin embargo el grotesco personaje aún ante tanto oprobio y quebranto político y económico, fue incapaz de asumir culpa alguna y aseguró que dejaba la presidencia con la cabeza alta. Gesto que me pareció digno de la propuesta de verbalizar el término Bushear con el significado de "tomar una postura que todos pueden ver es fanática y estúpida, menos el mismo interesado". A la que auguro gran porvenir y empleo a la vista de las réplicas con que nuestros políticos se despachan en TV ante preguntas de los ciudadanos.

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