La política como juego

Cuando desde magistraturas gubernamentales se asfixia la ilusión se rompe el juego y se extenúa la vida cultural

En este tan caluroso y sin igual día señalado en el calendario juliano y gregoriano, tan mariano y marino, festividad litúrgica de la Virgen del Carmen, avanzamos con crítica quietud y canoso rostro ennoblecido y mortificado en el tiempo, a la búsqueda de aquel pensamiento e idea que más se asemeje a nuestra forma de ser y estar, preguntándome entre el engaño y el desengaño, entre el encanto y el desencanto, ante la simulación y el disimulo: ¿qué es la vida? no lo sé; cuando la viva lo diré. Ello no resta un ápice a la vida como ilusión, ese gran juego en que la vida consiste. Cuando traspasamos el umbral de la espacial madurez, la vida se conforma de manera ilusoria, viviéndola en continua espera, entre las angustias y la esperanza de vida en pugna con la muerte que siempre está ahí acechándonos, venciendo obstáculos, burlando dificultades, trampeando y resignándonos a base de lances y estrategias, a veces, de tipo deportivo. Todo es pensamiento elusivo y divergente: deseo y gozo; ambición y esperanza; fantasía, sueño o innovación, son juegos míticos, poéticos, místicos, utópicos, que facilitan el auténtico vivir, aunque no estén razonadamente en la verdad.

Llevándolo al confuso terreno político, siempre este arte debe de ser un sueño, porque ello supone en el juego de las ateneas palabras que aún hay esperanza e ilusión. Por ello, cuando desde altas magistraturas gubernamentales se asfixia la ilusión se rompe el juego y se extenúa la vida cultural de las personas de un país, de una comunidad histórica, dando como resultado el mismo que cuando se rompe un henchido globo de colores que surcan el azul celeste del cielo.

El ocio productivo ha permitido estar en dos Cursos de Verano organizados por la mediterránea Universidad de Almería, uno, intelectualista, sobre mujeres y masonería ­-Carmen de Burgos "Colombine"-, otro, deontológico, sobre transformación digital en el nuevo marco normativo y de contratación electrónica, y, finalmente, la lectura del ensayo historiográfico novelado "700 almerienses en la División Azul" de Alfonso Viciana, editado por el IEA.

En fin, por mor de la razón y la fe, que como decía el estoico Séneca: la naturaleza no da la virtud, el hacerse bueno es un arte, dando lugar en el sobredimensionado y asimétrico espectro político el verdadero y auténtico sentido último a la dignidad y la perfección como persona y empleado público.

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