A Vuelapluma
Ignacio Flores
Por sus frutos los conoceréis
Según el dicho, “quien la verdad dice, a Dios alaba”. Y como es siempre positivo alabar a Dios, hay que decir siempre la verdad. Mentir sería como blasfemar. Lo mismo venía a decir aquel principio de moda en los años sesenta de que “hay que ser brutalmente sinceros”, sin tener en cuenta las consecuencias que puedan tener nuestras verdades. Claro que, por el contrario, está el consejo que la madre del buscón Don Pablos dio a su hijo cuando le advertía de que “hay cosas que, aunque sean verdad, no deben decirse nunca”. ¿Por cuál de los dos principios inclinarse? Tremendo dilema, porque es difícil recurrir al argumento de autoridad: desconozco a los auténticos autores de uno y otro aforismo y desde este punto de vista, no sabría por cuál decidirme. Analizando el primero tendría que concluir que es más apodíctico, sobre todo su segunda formulación: no admite en ningún caso la falsedad, y caiga quien caiga hay que decir la verdad. El segundo parece ser más complaciente porque asume que, aunque haya que callar la verdad en ciertos casos, también se puede mentir o decir la verdad dependiendo de las circunstancias. Me parece que en las relaciones personales solemos inclinarnos más por lo segundo que por lo primero. Reconozcamos que hemos mentido con harta frecuencia al comentar el estado de algunos de nuestros conocidos. Más que nada por no molestar: “Te veo muy bien”, “pareces más joven”, comentamos, a sabiendas de que nada de eso es verdad. No porque temamos las consecuencias, porque a lo sumo podrán retirarnos su amistad. Y mentimos. O simplemente nos callamos. Digo todo esto porque me resulta conveniente preguntarme por cuál de los dos se inclinan nuestros gobernantes y el partido de la oposición. Por ejemplo: qué hacer ante las pasadas elecciones de Venezuela. Supongamos que es verdad (aunque no hay pruebas definitivas) que ha ganado el líder de la oposición. El gobierno, posiblemente por no molestar, temiendo malas consecuencias y siguiendo el segundo consejo, calla por ahora. El primer partido de la oposición, tal vez asumiendo (¿tal como hace de modo inveterado?) el primero de los consejos, decir la verdad aunque duela, urge y empuja a declarar vencedor a Edmundo González y por tanto perdedor a Maduro; y si molesta al poderoso, que se moleste: y estamos viendo algunas de las consecuencias. Aparentemente eso es lo que los guía, y me gustaría. Pero lo siento mucho: lo dudo. Ya ustedes...
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