Tribuna

Fra García

Escritor

Adolfo Suárez, el olvidado

Sus enseñanzas, junto a otros políticos de aquella época e igualmente impulsores, como Felipe González, advierten que España no necesita dictaduras ni ensayos de repúblicas bananeras

Adolfo Suárez, el olvidado Adolfo Suárez, el olvidado

Adolfo Suárez, el olvidado

A ÚN recuerdo aquel año, 2007, casi como si pudiese tocarlo aún; fue un candente y fulgurante estío, altamente estresante y agitado a causa de mi involucramiento en diversos cargos ya ligados al mundo cultural (Dj, comisionado de festejos y organizador de distintos eventos).

Durante aquellas fiestas patronales, mi socio y amigo, Francisco Manuel Hernández, quiso sugerirme algo que distaba de lo que conllevaba la gestión de unas fiestas en sí: homenajear al presidente de la Transición democrática, Adolfo Suárez, a través de una placa. Lo primero que pensé, como joven gestor inexperto e impulsivo, fue en el "¡Qué puñetas! ¡Vamos a ello!"; pero, poco más tarde, yo mismo le referí a mi compañero del alma que ciertamente no era el momento más oportuno. La sorpresa añadida nos llegó cuando, cargos de unos y otros partidos, ni tan siquiera parpadeaban ante la propuesta, ya pudiera ser desarrollada a largo plazo, más aún cuando tal iniciativa surgió de mi compañero con ideología diferente a la mía, pero ojo, secundada sin dilación por mí. Este fue el punto en el que ambos cabogateros nos quedamos mirándonos con caras de bobos, sin llegar a entender aquella ausencia, convertida en fantasmal rechazo.

Para quien aún no lo sepa, Adolfo Suárez, aparte de todo lo que ya cualquier auténtico demócrata centrista conozca, veraneaba en Las Norias (Cabo de Gata), brindando una cercanía hoy inaudita entre muchos ciudadanos. Mis mismos padres lo conocieron durante las fiestas de la barriada y lo corroboran una y otra vez: "no solo fue un gran político, no como ahora, que hay tanto mediocre, sino una gran persona...un vecino más".

Resulta realmente curioso el enorme silencio que produce la figura de Adolfo Suárez en muchos políticos, sobre todo almerienses, cuando realmente fue el punto de encuentro de todos ellos para lograr lo que tenemos y disfrutamos hoy, que no es poco...

Pues, permítanme que rompa un tanto ese turbado silencio para volver a alentar a tal homenaje en nuestra barriada, a uno de los motores principales de la máquina de la democracia y, ante todo, a un vecino ya histórico más...

No son pocas las veces en las que tengo debates con amistades de ideologías muy variopintas, quedando curiosamente en un punto medio de esos espectros informativos, escuchando, analizando, tolerando y compartiendo, pero sin llegar jamás al ataque ideológico, salvo en casos de "extremos extremísimos", claro...

Pues bien, si a alguien le debo esa faceta socio-política, quizá sea en parte a la figura del presidente Suárez, tan estudiado desde mi infancia, que, como es lógico, comenzó sin ataduras a dictaduras ni dictablandas.

Sus enseñanzas, junto a otros políticos de aquella época e igualmente impulsores, como Felipe González, advierten que España no necesita dictaduras ni ensayos de repúblicas bananeras.

Así pues, señoras y señores: ¿no se merece ni sola una mención en Cabo de Gata?...

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