Tribuna

Javier Pery Paredes

Almirante retirado

Verde Nuclear

Si se habla de riesgos asociados ¿qué decir de los asumidos en el transporte de crudo? Los casos del "Polycommander", "Agean Sea" o "Prestige"

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Verde Nuclear

La crisis de la energía que se vive en Europa y, en especial en España, destapó posiciones enfrentadas, esta vez entre los propios socios de la administración europea, sobre el color de la energía nuclear, lo que a fin de cuentas puede terminar en una guerra abierta. Mientras unos se abren a reconsiderar y ampliar su uso pacífico, otros se mantienen en sus treces de desechar su empleo. Ya se sabe: todo depende del color del cristal con que se mira.

Cuando los cinco miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia; hicieron el comunicado conjunto sobre las armas nucleares para "…evadir una carrera armamentista y no atacarse unos a otros ni a ningún otro Estado", en palabras de la propia organización, quedó claro el interés por dar un mensaje de tranquilidad al mundo al asumir una posición de mínimos global para favorecer intereses generales y, desde luego, al comercio mundial. Pero como en todos los comunicados suscritos por las diplomacias de todo el mundo, hay que leer con cuidado las palabras, más allá de la primera impresión que producen.

El comunicado suena muy bien, pero "evadir la carrera armamentística" puede indicar que necesitan los recursos empeñados para otras cosas y "no atacarse unos a otros ni a ningún Estado" mantiene la capacidad de defenderse cuando la cosa se ponga fea. Y todo con el factor común de la energía nuclear, ya que las cinco naciones cuentan con armas nucleares, cuatro de ellas con diseño propio, y las cinco tienen centrales nucleares para proveerse de tal energía. Más aún, declaran su interés por mejorar y ampliar sus recursos en este campo.

En los países europeos se abrió el debate por vía administrativa, esto es, reconocer como "verde" a la energía nuclear, para incluirla en programas de desarrollo de la Unión Europea. De las cinco naciones del comunicado de buenas intenciones, con el Reino Unido fuera del club económico europeo, únicamente Francia cuenta con armas nucleares y tecnología nuclear propia para ampliar su parque energético a costa de los fondos europeos. Así que todo hace pensar que la situación cambió. La cuestión para España es mantener la decisión política de dejar al margen a la energía nuclear con el mantra de "¿Nuclear? ¡No gracias!" de hace cincuenta años, o reconsiderar la posición como se hizo con el "¡Bases No, OTAN fuera!" para dejar de estar amarrados, casi fondeados, en un pasado de falsa neutralidad porque energía nuclear sí usamos e importamos.

Para unos la energía nuclear tuvo el pecado original de nacer para la guerra: Hiroshima y Nagasaki en 1945; y el mortal del accidente de Chernóbil de 1986, mientras que otras energías nacieron sin manchas aparentes. Sin embargo, todas tuvieron impactos negativos en sus comienzos que el ser humano fue capaz de controlar y corregir. En nuestra tierra hay ejemplos de ello. La desforestación que sufrió la Isla de Gran Canaria, con talas masivas para hacer carbón de picón, se detuvo con la llegada del petróleo y la lluvia ácida que afectó al entorno de la central eléctrica de Puentes de García Rodríguez desapareció al usar combustibles fósiles menos contaminantes que la hulla y gas natural. Y si se habla de riesgos asociados ¿qué decir de los asumidos en el transporte de crudo? Los casos del "Polycommander", "Agean Sea" o "Prestige" en nuestras costas están en la memoria y las hemerotecas.

La investigación en energías es permanente y los desarrollos, notables. Los hay que dieron productos excelsos en energía solar, fotovoltaica o térmica, y proyectos refinados que revivieron a los molinos de viento. Sin embargo, un veto del pasado, enquistado ideológicamente, encierra a la energía nuclear tras un muro que impide, además de su desarrollo, la investigación e innovación de nuevas y actualizadas plantas de energía. Ni el Reino Unido, ni Francia renunciaron a esta tecnología en tierra o a bordo de submarinos y portaaviones tras el parón nuclear europeo al que se sumó España en los años ochenta, sin más ni más.

Y, con lo crítico que resultan hoy las líneas de suministro, por mar y tierra, hay que valorar la opción también para tener "en casa" una energía propia y de distribución doméstica, como la nuclear, algo que simplificaría y aseguraría notablemente la situación. Conocimiento científico lo hay. Todo se puede pensar, sin apriorismos, con libertad…como todo. Así que "¿Nuclear? ¿Por qué no?"

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