Tribuna

Javier Soriano

Cuando los ingleses expulsaron a los judíos

Inglaterra se convirtió en el primer Reino de Europa en exigir que los judíos se identificaran a través de su vestimenta, viéndose obligados a usar insignias

Cuando los ingleses expulsaron a los judíos

Cuando los ingleses expulsaron a los judíos

Es tal la obsesión de algunos que cuando oyen hablar del 18 de julio, se centran directamente en el del año 1936, pero a lo largo de la historia se han producido hechos muy relevantes que tuvieron lugar ese mismo día. Uno de ellos, que nos afecta directamente para desmontar la falacia de nuestra leyenda negra, es el que se produjo el 18 de julio de 1290. Ese día, el rey Eduardo I de Inglaterra expulsó de su Reino a los judíos, en lo que se puede considerar como la primera gran expulsión de judíos de la Edad Media, aunque ya casi 150 años antes, en nuestra península, donde “se respiraba una concordia y una convivencia pacífica entre culturas”, los islamistas almohades tuvieron a bien prohibir la práctica del judaísmo, sufriendo esta medida familias como la del judío sefardí Maimónides, considerado uno de los mayores estudiosos de la Torá en época medieval, que ejerció de médico, filósofo, astrónomo y rabino, y tuvo que huir de Córdoba en 1148, al verse forzadas las comunidades judía y cristiana a la conversión al Islam, a su exilio o pena de muerte.

Pero volviendo a la expulsión de los judíos de Inglaterra 200 años antes que de nuestros Reinos, el rey Eduardo I firmó el edicto de Expulsión de 1290 mediante el cual desterró formalmente a los judíos, confiscando sus propiedades. Muchos huyeron a Francia, a Holanda e incluso a Polonia. El edicto permaneció vigente durante el resto de la Edad Media y pasaron más de 350 años hasta que fuera formalmente abolido por Oliver Cromwell en 1657.

La situación de los judíos ingleses empeoró conforme avanzó el siglo XIII. En 1218, Inglaterra se convirtió en el primer Reino de Europa en exigir que los judíos se identificaran a través de su vestimenta, viéndose obligados a usar insignias de identificación. El Edicto inglés sentó el precedente de posteriores expulsiones en otros Reinos, como en Francia, de donde lo fueron en cuatro ocasiones: 1306, 1321, 1322 y 1394, además del Archiducado de Austria, los Ducados de Milán y Parma, de Lituania, de Portugal, de la Provenza, de Baviera, de Túnez, de los Estados Pontificios, de Orán (Argelia) y, por último, de los Reinos de Castilla y Aragón.

El proceso de expulsión en Inglaterra se inició en 1275 con el Estatuto de los Judíos, que restringía las actividades de la comunidad y declaraba ilegal la práctica de la usura (cobro de intereses), dándoles un plazo de 15 años para adaptarse a la nueva situación, pero el antisemitismo hizo que conseguir otros trabajos fuera extremadamente difícil para ellos. Cumplido el plazo de los 15 años sin asumir las disposiciones del Edicto, el Rey Eduardo los expulsó de su Reino.

Desde este Edicto en Inglaterra (1290), pero sobre todo con la prohibición del judaísmo en Francia (1306), la presión contra los judíos se fue propagando por Europa. En nuestros Reinos peninsulares costó mucho que estas ideas penetrasen, siendo posible que ganasen fuerza a partir de la Primera Guerra Civil Castellana (1351-1369), donde la mayoría de judíos castellanos apoyaron al Rey Pedro I (quién la perdió), lo que derivó en un ensañamiento por parte de su enemigo: Enrique de Trastámara (futuro Rey de Castilla). La expulsión de los judíos ordenada por los Reyes Católicos en Granada el 31 de marzo de 1492, fue acogida en Europa como un signo de modernidad, e incluso recibió la felicitación de la Universidad de La Sorbona.

El historiador e hispanista Henry Kamen se ha referido en este sentido a que en nuestros Reinos, a finales del siglo XV, residía la población judía más numerosa de Europa; de ahí la gran relevancia que tuvo su expulsión a nivel internacional. Asimismo, el contacto de los cristianos españoles con el judaísmo —y con el islam—, fue más prolongado e intenso que en cualquier otra parte de la cristiandad. Formaban parte plena de la sociedad, aunque poco a poco se les fue apartando.

El hecho de la expulsión de los judíos de Inglaterra 200 años antes que de nuestros Reinos, es un ejemplo de la Hispanofobia o aversión a lo español, surgido precisamente para tapar las propias miserias de los enemigos de nuestra Nación, en este caso, de la pérfida Albión. A la expulsión de judíos, los ingleses añadieron la persecución a los católicos por el Rey Enrique VIII, un proceso inquisitorial llevado a cabo a principios del siglo XVI, cuyo caso más conocido fue el de Tomás Moro, decapitado por no renegar del Papa, hoy Santo de la Iglesia Católica. Por lo visto, para los hispanófobos sólo existió la inquisición en nuestra Nación.

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