Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad

El máster de Casado

Feijoo, que observa la situación desde su mirador atlántico, entre brisas y fotografías en blanco, afirma que las explicaciones de Casado lo han convencido

El máster de Casado El máster de Casado

El máster de Casado

Al joven líder del Partido Popular se le está helando la sonrisa, aun en el calor de la noche, haciendo de Sidney Poitier. Quien había vencido en el Congreso extraordinario a Madame Ambiciones, o sea, Soraya Sáenz de Santamaría, por el cincuenta y siete por ciento de los votos, ve cómo en el horizonte aparecen nubes plomizas y grisáceas como en el poema de Jorge Rivas: «Con las nubes grises también hay recuerdos / momentos de antaño y profundo dolor». El auto de la magistrada Carmen Rodríguez-Medel Nieto, titular de juzgado de instrucción número cincuenta y uno de Madrid, no es una figura retórica, es una realidad que nunca se hará ficción, porque así lo quiere el lenguaje jurídico. En la parte dispositiva, la jueza señala: «Debo acordar y acuerdo que, no siendo posible continuar con la instrucción de esta pieza C, procede elevar exposición motivada a la sala segunda del Tribunal Supremo por ser don Pablo Casado Blanco aforado, por si entiende el Alto Tribunal que la competencia de esta pieza C corresponde a dicha sala».

A quien la cámara, sin ser actor como Dean Martin o Marlon Brando, lo mima como mimó a John F. Kennedy, a Felipe González o a Barack Obama, ahora es un juzgado el que lo cuestiona, dejándolo en una situación embarazosa y complicada al poco tiempo de ganar, de forma incontestable, las elecciones primarias a la presidencia del partido de la derecha. Entre la televisión, donde Casado brilla y fulge, y un juzgado, hay más diferencias que entre el alba y el atardecer. «El sol del alba es siempre una promesa. El del mediodía, implacable, nos juzga. Y el del ocaso, irremediablemente, ya nos ha condenado», escribe Lorenzo Olivan. La magistrada lo sitúa en el grupo de alumnos, que contaba con privilegios, y lo imputa por cohecho impropio y prevaricación administrativa. El caso Cifuentes planea de nuevo sobre las siglas del Partido Popular y amenaza como esas rimas oscuras de poemas desconocidos, rescatados de su anonimia entre el color amarillento de los viejos anaqueles, que permanecían olvidados. Ni siquiera, Madame Ambiciones había impedido el ascenso del marido de la bella y discreta Isabel Torres Orts. Pero la vida de los días y los días de la vida son, muchas veces, un western, donde el protagonista muere por el hecho de que ha desenfundado unos segundos más tarde. Si Casado ha cometido prevaricación o cohecho, es algo que ya no corresponde decidir al juzgado de instrucción número cincuenta y uno de Madrid, sino a la sala segunda del Tribunal Supremo.

El tiempo, bien sea machadiano o proustiano, es un testigo de la existencia en su fugacidad manriqueña o, tal vez, borgeana. Hace pocos días, el nuevo líder de la derecha se reunía con el presidente del Gobierno, durante tres horas, en el Palacio de la Moncloa. A pesar de las diferencias entre un político y otro, el superviviente Sánchez bendijo a Casado y la imagen de un bipartidismo resucitado volvió a ser una página con recuerdos de la España de Mariano José de Larra y Benito Pérez Galdós. Aunque las palabras del novelista canario, en mil novecientos doce, las encontremos mucho más allá de sus propios límites: «Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto». Ni Pedro Sánchez es Sagasta o Canalejas, ni Pablo Casado, Cánovas o Antonio Maura. Pero los papeles del máster amenazan el tráiler de Dos cabalgan juntos, con James Stewart y Richard Widmark en el reparto.

Núñez Feijoo, que observa la situación desde su mirador atlántico, entre brisas y fotografías en blanco, afirma que las explicaciones de Casado lo han convencido. El presidente gallego no quiere pensar que la pérfida Albión, en forma de Madame Bovary, vuelva a mirar la presidencia del PP como si fuera una sortija que tiene que llevar en el en el dedo anular: aquel donde está la vena amoris. Feijoo sabe que, si parte de los militantes llega a creer que lo que dijo Arenas en los foros de la intriga, al comparar a Casado con Hernández Mancha, tuviera alguna razón de ser, daría un paso adelante y, esta vez sí, jugaría al póquer con la mejor combinación de cartas. Incluidos los joker o comodines. Las cartas boca arriba. Sin quemar la primera. La impresión es que el asunto del máster será archivado. Pero, por si fuera otro el dictamen, el teniente Gary oye el silencio como quería el mítico John Ford. Tan distante de Rajoy como de Madame Ambiciones. Tan alejado de las arenas movedizas como del beso, con el que Judas Iscariote delató a Jesús de Nazaret en el huerto de Getsemaní. Siendo treinta las monedas de la traición.

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