Tribuna

Javier Pery Paredes

Almirante retirado

Los presupuestos de la defensa

Además, reconozco que hace falta una asistencia versada para entenderlos, "aclarar el palangre" a decir de la gente mar

Los presupuestos de la defensa Los presupuestos de la defensa

Los presupuestos de la defensa

Aunque se está en esto de los Presupuestos Generales del Estado para el 2022, alejen la idea de encontrar cifras en estas líneas sobre los muchos millones que contiene el proyecto que se debate en el Congreso de los Diputados y que, expuestos en miles de euros, rebaja el susto del lector. Además, reconozco que hace falta una asistencia versada para entenderlos, "aclarar el palangre" a decir de la gente mar. Hubo un tiempo que la ayuda de un buen amigo, interventor en la Defensa, era ese auxilio necesario, la manera de mantenerme a flote entre tantas tablas entrecruzadas. El, además de disfrutar con su trabajo, navegaba con facilidad entre tantos por cientos y, ¡eh aquí lo maravilloso!, era capaz de traducirlos al leguaje de la calle sin trampa ni cartón. Un intérprete fiable.

Pero esto va de presupuestos con minúsculas, de presunciones, de supuestos, que a modo de hipótesis sirven para planear el futuro y deshacer la incertidumbre que siempre produce el devenir. Y como en todo planeamiento tiene que haber un método, me decanto por mirar al globo terráqueo primero y terminar con una mirada a la puerta trasera de la casa después. En eso de la defensa de los intereses nacionales hay que tener a la vista lo que pasa por ahí fuera en el mundo porque, como las ambiciones suelen ser las mismas para todos, resultan ser el origen de los conflictos. La atención cotidiana se deriva fácilmente a situaciones espectaculares o inusuales. Así pues, a menos que se produzca, a lo grande, un enfrentamiento bélico o se levante un escándalo protagonizado por un militar, a lo chico, el debate sobre la Defensa nacional se mantiene en unos ámbitos reducidos, muy exclusivos. Una exclusividad que nada tiene que ver con elitismo, sino con el escaso interés social que se tiene sobre el tema (eso que definió Eduardo Serra como Cultura de Defensa en su primera comparecencia como ministro de Defensa en 1996) o el desaforado deseo de muchos de mantenerla arrinconada en la ignorancia de la colectividad para poder degradarla, o incluso desmantelarla, poco a poco para hacerse con sus recursos.

Es un hecho que, por aquello de la globalización, desde aquella fecha a esta parte aumentaron los foros donde se habla de Defensa porque la industria, la economía y el comercio se ven afectadas por ella. Cada vez más la competencia por el poder, tras el final de la hegemonía global de los Estados Unidos, así lo pone de manifiesto. Sin embargo, salvo contadas excepciones

como es este caso, el debate español en esta materia está encapsulado en escasos medios de comunicación y recubiertos por pátinas superficiales producto de la moda o ideologías reinantes, poco reales, que nada tienen que ver con el fondo perdurable de la Defensa nacional de un país que es la protección de sus componentes vitales, su soberanía.

Parece que todo el interés es hablar de cambio climático en Glasgow mientras renace el conflicto con trasfondo comercial en Roma que, como en tiempos pretéritos, está en fondo del rearme preventivo de naciones con vocación global ante la posibilidad de tener que defenderse por la fuerza, lo propio o lo que afecta a su supervivencia. Prometí abstenerme de cifras, así que dejo que las busquen y saquen sus conclusiones. Los datos del Stockholm International Peace Research Institute (www.sipri.org) suelen ser fiables para ver lo que pasa fuera y los del Real Instituto Elcano (www.realinstitutoelcano.org) para lo que sucede aquí dentro.

La impresión es que, a pesar de estar inmersos en la misma crisis que los demás: económica, energética, migratoria y sus derivadas sociales; vamos "de vuelta encontrada", en sentido inverso de los demás. Aquí se gasta más y se invierte menos. Se capivoltea la filosofía de planear objetivos, programar inversiones y presupuestar gastos, la eficaz metodología del estadounidense MacNamara que pervive hoy desde los años sesenta y que, por orden, prima los objetivos, impulsa las tecnologías y consume lo justo.

Sin embargo, con el barullo que, a modo de DANA atmosférica, se monta en nuestro alrededor, hoy por hoy, en la Defensa parece que se minusvalora el vendaval que se viene encima en la región. Será por aquello de que, con tanta visita al volcán, se dejó de leer lo que el canario Benito Pérez Galdós puso en boca de Gravina, el almirante español, antes del combate de Trafalgar: "No ven que viene mal tiempo, que el barómetro está bajando". El resultado está en la historia.

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