En la mañana de ayer nada hacía sospechar lo que ocurriría unas horas más tarde, justamente cuando la cofradía de la Macarena recorría la calle Granada camino de la Plaza de San Sebastián y comenzó a llover, obligando a acelerar el paso y refugiarse en la iglesia que acoge al Cristo del Amor. El esperado encuentro entre el Hijo y la Madre se convirtió en un obligado acogimiento que duró mas de hora y media.
La cofradía de San Ildefonso había adelantado este año la salida diez minutos para adentrase en el casco histórico por la antigua calle de las Tiendas y pasar por vez primera ante la Catedral, y lo hizo con un cielo preocupante para todos los cofrades por la amenaza de viento y la negritud de las nubes, que en un principio no traían lluvia, salvo algunas gotitas.
Mientras, el albero del coso taurino arenado, con la visión de tercio de quites y con un lance de verónica, apenas cien metros desde el templo se oía el rumor de la multitud congregada para presenciar a una de las hermandades con más tirón popular almeriense. El hermano mayor, Félix Miguel Donis, y el teniente de hermano mayor, Julián Rodríguez, analizaron con los miemrbos de su junta la situación y decidieron esperar un tiempo para volver a salir. Tras un primer intento, que coincidió con otro amago de lluvia, el cortejo procesional hizo una segunda salida procesional desde San Sebastián cuando el reloj marcaba las ocho de la tarde.
Una emocionante levantá dedicada a las cofradías del Cristo del Amor y Virgen del Carmen "por la gran acogida que nos han hecho", motivó a los hermanos y costaleros para continuar su camino tras un tiempo que se hizo eterno en los corazones de todos los macarenos. Por fin, el tramo de la Sentencia ya estaba en la calle.
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