Coronavirus

Consejos para unas vacaciones no masificadas: dónde ir y cómo

Las paradisíacas (y vacías) playas de Tuvalu serían un buen destino para quien busca tranquilidad.

Las paradisíacas (y vacías) playas de Tuvalu serían un buen destino para quien busca tranquilidad.

Las vacaciones serán de otra manera pero, al menos, habrá vacaciones. No todos las tenían todas consigo cuando el 14 de marzo España entera se encerraba en casa para esconderse de un virus con una asombrosa capacidad para extenderse y que ponía en peligro nuestras vidas.

Lo que parecía poco más que una gripe lograba paralizar la economía de prácticamente el mundo entero y, aunque la fecha aún caía lejos, las dudas eran más que razonables: con las fronteras cerradas, los aeropuertos y estaciones de tren bajo mínimos, los controles de acceso en las carreteras y un largo etcétera de restricciones, viajar se antojaba una misión imposible y el horizonte para que se pudiera hacer en verano no estaba del todo despejado.

Afortunadamente, en tres semanas (puede que una, según lo que decida el Gobierno y, en este caso, la autoridad competente, que es el Ministerio de Sanidad) coger el coche para ir a otras provincias del país no será ya una misión imposible, y a primeros de julio comenzarán a despegar -y aterrizar- de nuevo los viajes internacionales de turistas.

Sin embargo, el sector debe ganar la partida a un rival más complejo incluso que el coronavirus: la confianza de los viajeros, malograda por la situación en todo el mundo, buscan destinos que sean especialmente seguros. Este año habrá destinos preferidos entre los turistas: aquellos en los que la presencia de otros viajeros sea la mínima. Esta vez huiremos del ambiente, de los grandes chiringuitos, de la masificación. De los destinos más conocidos.

Destinos desconocidos

Esa debe ser la primera reflexión que cualquiera que busque unas vacaciones sin mucha gente alrededor debe plantearse: ¿Qué lugares no conozco o cuáles no son popularmente conocidos? A partir de ahí surgirán multitud de destinos singulares.

En la España de interior, por ejemplo, e incluso en las zonas rurales de las grandes provincias turísticas hay multitud de espacios con encanto para disfrutar de unas vacaciones más tranquilas de lo habitual -aunque ya hay muchos que tomaron ese camino hace tiempo- y, por qué no, especiales por ser distintas.

Pequeños alojamientos, incluso casas individuales, pueblan la oferta de un turismo rural que a buen seguro va a ponerse las botas este verano y que mostrará todo su potencial como destino tan válido como cualquier otro cuando aprieta el calor: embalses donde practicar actividades náuticas y de aventura, o simplemente para darse un baño, rutas a caballo o a pie por sombreados senderos…

Pero no todo va ser montaña o interior. La costa nacional también alberga poblaciones pequeñas y playas casi vírgenes en estos tiempos están empezando a ofrecerse como destinos más seguros que otros por su escasa masificación.

Es verdad que, normalmente, la oferta de ocio, cultura, diversión o restauración no es la misma, pero eso es precisamente lo que buscará la gran mayoría de turistas de la era post Covid-19. Hay hoteles pequeños, también casas y chalets con alquileres semanales a unos precios razonables que darán al viajero la opción (puede que más cara, eso sí) de meterse en grandes complejos hoteleros llenos de gente.

En cuanto al extranjero, son miles los destinos en los que la masificación se hace prácticamente imposible: Groenlandia, Nueva Zelanda, la comarca guineana de Santo Tomé o países como Tuvalu, una mini isla de la Polinesia, por poner ejemplos de lo más diverso, son espacios abiertos a la naturaleza en los que la presencia humana es prácticamente testimonial.

Eso sí: habrá que decidirse por el avión para llegar a muchos de estos destinos. Si uno lo teme, ahora o antes, será mejor optar por el coche o el tren y moverse por España, que en sí misma es lo suficientemente atractiva como para atraer al turismo de dentro y de fuera. Solo habrá que estar atentos de que esos destinos no masificados acaben masificándose por quienes querían tranquilidad.

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