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Sadiq y un caos a su alrededor (1-1)

  • Tercer partido sin argumentos de los rojiblancos que evidencia que José Gomes no hace reaccionar a un Almería hundido en la zona baja de la tabla

  • Minuto a minuto

Makaridze mira enfadado el balón en las mallas del 0-1.

Makaridze mira enfadado el balón en las mallas del 0-1. / Javier Alonso

El Estadio de los Juegos Mediterráneos se iba a convertir en el juzgado de primera instancia de la credibilidad del segundo proyecto millonario de Turki Al-Sheikh. Desde la penúltima posición de la tabla (con dos partidos menos todavía por jugar), el Almería necesitaba ganar sí o sí a un rival recién ascendido, aunque peligroso como el Cartagena.

Para el segundo partido de una dura semana y tercero con el run run por las últimas malas actuaciones rojiblancas, el José Gomes hizo rotaciones. El portugués se la jugó con una defensa titular y una medular más de músculo que últimamente. El once no era de jugones, pero en los últimos partidos éstos no habían jugado nada. Más bien, ni habían comparecido. Ante ello, prefirió a De la Hoz y Petrovic para la recuperación y unas bandas rápidas y profundas, con Corpas y Carvalho. Por lo menos sobre el papel, luego habría que ver la actitud.

El partido comenzó con más ocasiones que intensidad. La primera con una prolongación de Rubén Castro, que detuvo abajo Makaridze, y al minuto una falta de Aketxe que se fue alta. Con la buena zurda que tiene y, de momento, no le están saliendo las cosas al vasco. Sin meterle un gran ritmo, el Almería estaba haciendo las cosas mucho mejor que en las últimas jornadas. Estaba bien posicionado y metido en el partido, le hacía falta un gol para que se quitara los complejos. Sadiq casi lo logra con una buena individualidad dentro del área, que se marchó lamiendo el palo.

Y como las cosas siempre pueden ir peor, Rubén Castro se inventó un golazo. Balón al hueco, para que el canario le gane la espalda a Cuenca y aproveche que Makaridze no cierra bien su palo para hacer el 0-1. Un delantero de Segunda, contrastado, que ha marcado en todos los equipos y ha sido un dolor de cabeza cada vez que ha visitado el Mediterráneo, le apretó el nudo de la corbata más a José Gomes. Es la diferencia entre futbolistas que necesitan meses para adaptarse al fútbol español y los que te rinden desde el primer entrenamiento.

Si se quejaba el Almería en las jornadas precedentes que los rivales se le encerraban, los 75 minutos que tenía por delante iban a ser un camino de espinas. Los rojiblancos estaban groguis, cualquier atisbo de reacción era un espejismo. Perdidos en toques horizontales sin hacer daños y perdiendo el balón cada dos por tres. Llegaba la media hora con la sensación de que el Cartagena era el millonario y el Almería un equipo de Tercera repescado. Coyarga tuvo el 0-2, pero en esta ocasión Makaridze le ganó la partida en el uno contra uno.

Pelea por un balón entre Rubén Castro y Balliu. Pelea por un balón entre Rubén Castro y Balliu.

Pelea por un balón entre Rubén Castro y Balliu. / Javier Alonso

Al descanso se llegó con un par de jugadas individuales de Sadiq y Balliu, un imposible ante un equipo bien trabajado y que como Sporting, Logroñés y Las Palmas, tenía bien estudiados a los rojiblancos y sabía cómo desactivarlos: orden en el centro del campo y tapar las subidas de los laterales. Al descanso, el Almería acumulaba 392 minutos sin marcar un gol, una barbaridad viendo el potencial almeriense. Pero es que no merecía mejor suerte, sin alma y cada uno haciendo la guerra por su cuenta, el equipo es carne de cañón.

Viendo la pobre imagen de la primera parte, lo normal es revolucionar como se pueda el partido y eso pasa por hacer cambios. José Gomes no hizo ni uno para cambiar el decorado, seguía confiando en once futbolistas y, sobre todo, en un esquema que no funcionó ni en el play off ante el Girona y esta temporada. Lo de Lugo queda claro que fue un espejismo, que el Almería se hizo un flaco favor creyéndose ser un buen equipo.

Bajón físico del Cartagena

El primer centro al área medio en condiciones que ha recibido Sadiq desde que debutara en Logroño se convirtió en ocasión de gol. Su cabezazo lo sacó Marc con muchos problemas, el rechace quedó solo en el punto de penalti y con toda la portería para Carvalho, y lo estrelló en el cuerpo de Alex Marín. Incompresible, si Rubén Castro pilla ésa... Por fortuna el Cartagena se había roto, físicamente había dado un bajonazo y el Almería iba a aprovechar una contra para empatar.

Las idas y vueltas de la segunda parte iban a beneficiar a los rojiblancos. Carvalho condujo bien una contra y encontró en el espacio a Sadiq, que se estrenó con un gol de delantero centro. No había mejorado el Almería como para empatar, más bien el Cartagena se había despistado. Tal es así que los cartageneros sí tuvieron capacidad de reacción y Gallar y Elady tuvieron dos ocasiones seguidas para poner nuevamente por delante a su equipo. Gomes pedía más intensidad desde la banda a sus jugadores, pero como quien oye llover.

Sadiq dejó con su primer gol en 447 los minutos que había estado el Almería sin ver puerta

Con prisas y sin orden, el Almería se volcó. Demasiado para lo poco que controlaba el partido porque el Cartagena había mejorado y rozo el segundo tanto nuevamente con un disparo desde la frontal de Rubén Castro. Los rojiblancos no creaban para hacerse con la victoria, pero esperaban que los centímetros de Sadiq se impusieran. El delantero era el único que sí se mostraba superior a sus contrincantes, el único al que parecía dolerle la situación.

No acabó el Almería pidiendo la hora porque un punto no le servía para nada, pero la sensación es que de caer el segundo para alguien, era para el Cartagena. No cayó y se logró un raquítico punto que no sirve para ser la base de la reacción del equipo. Con este caos táctico y con la falta de pundonor que tiene este equipo, mejor empezar a mirar cuántos puntos hacen falta para salvarse. Pensar en los puestos de ascenso es autoengañarse y engañar a los antes sufrían desde la grada y ahora apagan el televisor porque le duele en el alma lo que están viendo.

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