No hay mejor entrenamiento que un partido oficial. Y después del brote de coronavirus que llegó al vestuario rojiblanco procedente de las vacaciones navideñas, los 90 minutos ante el Elche vinieron bien a los jugadores que guardaron cuarentena para recuperar ritmo de cara a la Liga, el objetivo importante de la temporada.

Ante el Elche de Francisco, Rubi iba a presentar un once algo más reconocible del que tuvo la ‘obligación legal’ de jugar el pasado fin de semana ante el Cartagena. Sin embargo, en el calentamiento hubo un nuevo contratiempo con la lesión de Juan Villar. El onubense, gafado con las lesiones, se retiró llorando.

El equipo estaba picado, dolido por la situación vivida ante el cuadro cartagenero. Se notó en el inicio del choque, con un Almería que salió con ganas de desquitarse. A los 3 minutos, Centelles se encontró con la madera después de un buen centro de Nieto. El partido comenzaba bonito, la réplica del Elche fue también una ocasión clarísima de Pastore que falló a puerta vacía.

Juan Villar se lesionó en el calentamiento, Makaridze tras el 1-1, y Sousa a los diez minutos de entrar

Conforme pasaban los minutos, la mayor calidad ilicitana fue imponiéndose sobre el césped, sobre todo con un Piatti que volvía con muchas ganas a la que fue su casa. Bien replegado y con espacios, al Almería se le veía cómodo en el partido. Ramazani y Nieto tuvieron un par de buenas llegadas y una falta cercana al área, con la que el belga arrancó los “uy” del público.  La afición disfrutaba, también tenía ganas de quitarse el mal sabor de la primera derrota casera de hace unos días.

Los minutos previos al descanso eran los mejores de los de Rubi. Sorprendía el descaro de Gilbert, el sustituto en el once de Villar, y lo bien que se están empezando a compenetrar Appiah y Ramazani, Precisamente el belga se aprovechaba de un error del exrojiblanco Josema para hacer el 1-0. Sí señor, el Almería estaba demostrando que recuperaba su fútbol y se va a sobreponer a la injusticia del pasado fin de semana.

Robles presiona un balón en el centro del campo.

El comienzo de la segunda parte, sin embargo, fue bien distinto. A las primeras de cambio, Piatti cogió al Almería en una salida y empataba el duelo. Gestos de perdón a la grada que tanto le aplaudió en su momento y lágrimas también de Makaridze que se marchó lesionado nada más encajar el 1-1. 

Con el empate y los cambios, el partido ganó en intensidad y se fue calentando. El discurrir de la segunda parte hacía presagiar una nueva prórroga. Y si las cosas ya estaban feas entre la Copa África, el coronavirus y las lesiones de Villar y Makaridze, se iban al complicar al cuadrado con la pedrada muscular en el gemelo sufrida por Sousa. De esta manera, los rojiblancos se iban a quedar nuevamente sin un nueve puro para el choque liguero. La Copa empezaba a ser lo de menos, los avisos de cara a reforzarse en el mercado invernal empezaban a ser claros.

A falta de siete minutos, una falta lateral ilicitana ponía el 1-2 con un cabezazo de Guti. Su celebración fue totalmente contraria a la de Piatti, viva la elegancia. A estas alturas del partido, la mente de aficionados y jugadores ya no estaba en la Copa, sino en la enfermería. La actitud había sido buena, pero conforme iban cayendo lesionados, la moral bajaba. Segundo palo del año para los rojiblancos, en este caso más anímico que deportivo. No iba a ser fácil, eso estaba claro, pero ni los propios perseguidores del Almería esperaban un inicio de 2022 con este mal de ojo para los de Rubi.