UD Almería I Málaga CF I La crónica

Don Fernando y nueve jabatos (2-0)

  • Triunfo para tatuarse a fuego la palabra actitud: con uno menos al irse a la calle Martos, los rojiblancos se crecen y levantan una situación complicadísima, espoleados por un golazo de Sadiq

  • Cara y cruz en defensa, con un Chumi que se rehizo del mal partido en Lezama, pero ante todo hay que destacar la seguridad, la sobriedad y la solvencia del meta Fernando

  • Vídeo resumen del partido 

Sadiq cabecea el 1-0.

Sadiq cabecea el 1-0. / Javier Alonso

El final del mercado de fichajes favoreció que la herida de la derrota en Lezama no supurara demasiado. Dolió, fue inesperada, pero cicatrizó rápido gracias a dos días frenéticos en la que se cerraron tres incorporaciones: Babic, Sousa y Pozo. De inicio ninguno, sólo Fernando volvía para la portería y De la Hoz sustitutía a un Robertone expulsado. El resto, mismo once y confianza en Chumi y Martos para el centro de la defensa, que tenían una prueba de fuego.

Con Fernando regresaba el portero más querido por la afición, un hombre que en sus cinco temporadas como rojiblanco ha sido regular y ha hecho méritos siempre para ser el titular. Chumi y Martos han sido la apuesta de Rubi, dos hombres con pocas oportunidades el año pasado y que de buenas a primeras se vieron en el once en el Cartagena. Los dos primeros partidos dieron buena sensación, pero ante el Amorebieta transmitieron esa inseguridad que fue la tónica hace unos pocos meses.

Cuarta jornada con ellos. Confianza frente al Málaga y a saltar a un Estadio de los Juegos Mediterráneos que por fin acogió a todos los abonados que tiene el conjunto rojiblanco. Dos viejos conocidos en los malacitanos, Peybernes y un Sekou que precisamente iba a medir a la discutida pareja de centrales. Era el día para demostrar que lo de Lezama había sido un borrón.

El partido comenzó con mucho vigor. El Málaga, que se había estudiado bien el partido del Amorebieta, presionó arriba la salida del balón rojiblanco. No le vino mal de inicio a los de Rubi, que encontraron huecos y fueron verticales, pero es cierto que los boquerones también se acercaban con peligro a la meta de Fernando. De hecho, las dos primeras ocasiones de peligro fueron visitantes, con sendos cabezazos que se marcharon fuera. Sadiq respondió a los 16 minutos, con un buen desmarque y un zurdado que se perdió junto al palo de Barrio.

Larguero y mayor dominio malagueño

Estaba bonito el partido, pero también peligroso. No lo dominaba el Almería como a él le gusta, de hecho, se le notaba mucho más cómodo al Málaga, que puso un nudo en la garganta a los aficionados a los 22 minutos con una falta lanzada por Cufré que se estrelló en el larguero. Susto grande, los rojiblancos no conseguían llevar el ascua a su sardina y eso lo estaban aprovechando los visitantes. Se acercaba el descanso y aunque los de Rubi trataron de terminar más cerca del área de Barrio que de la de Fernando, lo cierto es que la sensación no era la de poder marcar.

En el descanso había que darle una vuelta importante a la situación. No era el Almería de las dos primeras jornadas (la tercera estuvo marcada por la tempranera expulsión de Robertone), no era el tipo de fútbol que pretende desarrollar Rubi. Arriba estaban faltando ideas, el juego era demasiado previsible. Faltaba dos o tres posesiones largas, con algún "¡uy!" de la grada, por lo que los cambios parecía que no iban a tardar en llegar.

Pues cambios no, pero sí un comienzo de segunda parte totalmente inesperada. Primero la parte negativa. Del centro de la defensa, algo que se podía intuir al estar Martos con tarjeta amarilla desde el minuto 23. Al central se le notaba nervioso desde el inicio y eso se iba a traducir en un error en el control, una falta como último defensor y una expulsión clara, que parecía repetir lo vivido ante el Amorebieta. Si el partido era un examen, el catalán parecía no superarlo.

Cabezazo de crack

A diferencia de hace una semana, el Almería no se fue del partido, no tuvo esos minutos de pájara en los que se te van los puntos. El equipo mantuvo la compostura, estaba herido en el orgullo y lo demostró con solidaridad en su juego. Eso y que Sadiq se sacó un cabezazo estratosférico para hacer el 1-0. El ariete saltó a lo Santillana en el Madrid, se mantuvo suspendido en el área y conectó un testarazo inapelable para poner en franquicia a los rojiblancos.

¡Qué diferencia de afrontar la situación con respecto a hace una semana! No sólo por el marcador, sino por la actitud ganadora. Hasta Chumi se iba a reconciliar con la afición, con el 2-0. El central sólo tuvo que empujar una volea de Samú, que entraba. Da igual de quién fuera el gol, posiblemente lo necesitaba ahora que los centrales volvían a estar en el ojo del huracán. Pero lo importante era que se abría ventaja en el marcador y, ante todo, que el Almería estaba superando sus miedos.

Chumi empuja la volea para poner el 2-0. Chumi empuja la volea para poner el 2-0.

Chumi empuja la volea para poner el 2-0. / Javier Alonso

Y por si había alguna duda, ahí estaba Fernando. El meta transmite lo que necesita cualquier equipo, seguridad. Bien colocado, sobrio, sin la necesidad de ser Beckenbauer sacando el balón desde atrás. Pero para, lo que se le pide a un portero desde que se inventó el fútbol a finales del siglo XIX. Salva las milagrosas y detiene las que desde la tele se ven sencillas, que son las que más miedo meter sobre el terreno de juego.

Recta final del encuentro, tocaba aguantar como jabatos y confiar en las buenas espaldas del meta murciano para que se siguiera echando sobre ellas al equipo. Las bolas se le subían a Samú, pero seguía corriendo como un guerrero. Hasta Sadiq defendía como si le fuera la vida en ello, lástima que en las contras le sigan sobrando cuatro o cinco amagos. Cinco minutos de descuento, pero ya no se iba a escapar la victoria. Era el momento de disfrutar en el Mediterráneo, de volver a vibrar con un equipo que si consigue tener regularidad... Partido a partido.

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