Gastronomía

Bahía de Palma: 60 años honrando el tapeo almeriense

Ramón Belmonte y su mujer Mari Carmen (en los extremos), junto a Fina, viuda de Diego García ‘Zaragata’, quien abrió el bar en 1963. Ramón Belmonte y su mujer Mari Carmen (en los extremos), junto a Fina, viuda de Diego García ‘Zaragata’, quien abrió el bar en 1963.

Ramón Belmonte y su mujer Mari Carmen (en los extremos), junto a Fina, viuda de Diego García ‘Zaragata’, quien abrió el bar en 1963. / Marian León

Escrito por

· Pablo Laynez

Redactor

La tapa forma parte de la esencia gastronómica de la provincia de Almería. Sin embargo, la evolución de la sociedad poco a poco ha ido remodelándola, cambiándola, modificándola prácticamente hasta hacer desaparecer su idiosincrasia: un pequeño tentempié marca de la casa para que el estómago filtre con gusto el vino o la cerveza.

Cada vez cuesta más mantener el tapeo como cultura, pero los bares que siguen honrando esta tradición son museos gastronómicos del buen beber y del mejor comer, que suben hoy la persiana con la misma ilusión que ayer, que la semana pasada, que antes de la pandemia. Incluso que hace 60 años, como es el caso del Bahía de Palma.

El bar de la esquina de la Plaza de la Administración Vieja, al que el adjetivo de clásico ya le viene pequeño y merece el de mito, soplará sus 60 velas el próximo 23 de diciembre. Concretamente, en las víspera de la Nochebuena del año 1963, Diego García Zaragata le preguntó a una vecina del barrio de Pescadería que si le ayudaba a ponerle nombre al establecimiento que estaba a punto a de abrir. “¿Y por qué no le pones Bahía de Palma, ya que tú has trabajado allí?”, le respondió Lina, en referencia al pasado laboral en las Baleares del primer dueño del bar. Dicho y hecho, Bahía de Palma, un nombre que siempre viene a la mente del almeriense cuando el estómago pide un fin de semana de comida casera y la mente necesita unas horas del relax familar que transmiten esas paredes decoradas con gusto flamenco.

Raquel, hija de Ramón y Mari Carmen, es la actual gerente del Bahía de Palma desde hace unas pocas fechas. En la imagen, rodeada de Nacho y Fina. Raquel, hija de Ramón y Mari Carmen, es la actual gerente del Bahía de Palma desde hace unas pocas fechas. En la imagen, rodeada de Nacho y Fina.

Raquel, hija de Ramón y Mari Carmen, es la actual gerente del Bahía de Palma desde hace unas pocas fechas. En la imagen, rodeada de Nacho y Fina. / Marian León

Si Diego Zaragata subió la persiana durante 42 años, los últimos 18 (desde agosto de 2005) lo ha hecho la familia Belmonte. Y muchos más que quedan por delante, puesto que la segunda generación familiar conRaquel a la cabeza, ya se ha puesto detrás de la barra para llevar con acierto y dedicación este legado hostelero, del que con orgulloso presume la ciudad.

“Me quiero ir apartando poco a poco, ya estoy muy cansado después de tantos años trabajando”, dice Ramón Belmonte, cuyas manos han servido en la Cafetería La Espumosa, en el Baviera, el Guerri o la Marisquería El Puerto, entre otros. Aunque la voz ya denota que el cansancio, como la profesión, va por dentro, el actual patriarca del negocio todavía conserva fuerzas para soplar las 60 velas que cumple su socio, el Bahía de Palma: “No todos los años se puede celebrar una fecha tan histórica y es un motivo de orgullo que sigamos aquí con todo lo que hemos sufrido en la pandemia, con las obras, la crisis...”.

Todo habrá valido la pena cuando el próximo 23 de diciembre se abran las puertas y los clientes más fieles de acudan al establecimiento para vivir, un año más, una zambombá que pone los pelos de punta horas antes de que en Belén nazca un niño. Ahí, en el Bahía de Palma, en pleno corazón de la ciudad, Rafa Cortés entonará los mejores villancicos y hará honor a un bar donde el flamenco es algo más que un arte.

“Somos un referente del flamenco junto a la Peña El Morato y la Peña El Taranto. Por aquí han pasado Manolo Caracol, Camarón, Enrique Morente, Juan y José Belmonte...”, recuerda Ramón que apunta “y toreros históricos también muchos”. Esa mezcla de cante y capote le da un toque castizo a un bar, que abre el apetito en cuanto Mari Carmen enciende los fogones.

Algunas de las tapas más suculentas del bar de la Plaza de la Administración Vieja: croquetas, pisto o ‘pescao’ frito. Algunas de las tapas más suculentas del bar de la Plaza de la Administración Vieja: croquetas, pisto o ‘pescao’ frito.

Algunas de las tapas más suculentas del bar de la Plaza de la Administración Vieja: croquetas, pisto o ‘pescao’ frito. / Marian León

El bacalao a la vizcaína es la tapa estrella del Bahía de Palma, pero la carta está para pedirla en orden alfabético, de dos en dos o como a cada uno le plazca: balacás fritas, adobo, lomo, lomo al roquefort, aguja, pincho, raciones de calamar en aceite, codillo, fritura de pescao y mejor no seguir porque una empieza a salivar sólo de pensarlo. “Nosotros mantenemos la esencia de la tapa tradicional. Además, la base de nuestra cocina es el producto de nuestra tierra, como el pisto que hacemos”, recomienda la chef, que cuenta una anécdota de lo familiar que es la clientela: “Hace poco una mujer me dijo: Hija mía, en ningún sitio se come bacalao como aquí. Esto te estimula y te llena de orgullo”, dice sonriente.

Con los menús de Navidad ya preparados para las comidas y las cenas de estos días, el Bahía de Palma trabajará a pleno rendimiento como si no notara los achaques de las seis décadas abierto. Y es que es imposible que los tenga. No sólo por su fisionomía, reformada y elegante tras el arreglo de la plaza, sino que la vitalidad y la innovación del que le ha dotado Raquel le va a permitir seguir siendo uno de los vértices del poliedro gastronómico almeriense que forman el Bahía de Palma, el Puga, la Bodega Montenegro, la Bodega Las Botas, Casa Joaquín...

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