Almería

Bédar, evacuado

  • Un cambio en la dirección de viento a las 20:30 provocó que se ordenara el abandono de todas las casas "por precaución" ante la cercanía de las llamas. Un fuego en Antas confirmaría la intencionalidad.

A 50 metros de las llamas el calor y el humo dificultan la respiración. A 50 metros de las llamas el calor y el humo dificultan la respiración. Es difícilmente explicable cómo los bomberos del Levante almeriense y los del Infoca pueden aguantar la proximidad con el fuego. El crujir de las árboles arrasados por las llamaradas implacables en su avance se confunde con el ruido del motor de los medios aéreos, dos hidroaviones y tres helicópteros que combaten el incendio de la Sierra de Bédar. La localidad bedarense está oculta por la humareda, apenas se perciben unas casas en medio de las densas columnas de humo. Atik, joven de origen marroquí a la que su marido no permite hacerle fotografías, aún tiene en su rostro el miedo de ver las llamas en el costado de su casa ubicada al borde de la carretera que sube hasta Bédar. Muy cerca de esta vivienda que se ha salvado milagrosamente, a mitad de camino entre El Pinar y Serena, dos núcleos de Bédar cuyos habitantes han sido desalojados según las primeras informaciones apresuradas. Miembros del Seprona y de la Guardia Civil cortan el paso a todo aquél que no forme parte de algún grupo de Protección Civil o de cualquier otro servicio de seguridad y salvamento.

El conocimiento de la Sierra posibilita alcanzar un puesto de observación privilegiado. Desde la atalaya se oye el diálogo de los efectivos que han llegado a primera línea de fuego del lado sur de Bédar. Abren cortafuegos porque es imposible que puedan acceder hasta esos terrenos los camiones autobombas. Al parecer, la parte norte de la Sierra está siendo fuertemente castigada por el fuego que parece insaciable apenas se levanta una pizca de aire.

Louise y Gail, dos mujeres británicas residentes en El Pinar una y la otra en un vivienda aislada en el paraje de el Alvarico, observan el avance del fuego acompañadas de sus respectivos perros mientras sus también respectivos maridos intentan obtener información acerca de la situación. Louise y Gail, comentan que "empezamos a ver humo detrás de Bédar más o menos a las once de la mañana. Después llegaron los Bomberos y ya vimos que la cosa era seria". Tenían razón la cosa, el incendio, es muy serio.

En las zonas inaccesibles para los medios terrestres, los aéreos se emplean a fondo. Si no se tratara de un pavoroso incendio, tal vez pareciera un espectáculo de sincronización aérea. Los dos hidroaviones descargan el agua de su panza con una frecuencia cronometrada. Ocho minutos entre llenar y lanzar su carga sobre las llamas. La ruta es la misma: carga en el mar entre Garrucha y Vera, ataque por el flanco izquierdo de la Sierra de Bédar y de nuevo al mar en línea recta. Los helicópteros han formado un carrusel en el que cada tres minutos de reloj se abastecen de agua en una balsa cercana al campo de fútbol de Los Gallardos. Al igual que los hidroaviones, repiten la operación tantas veces como sea necesario y hasta en tanto haya luz diurna. Cada vez que arrojan el agua sobre las llamas hacen sonar la sirena de aviso para los que están abajo enzarzados en una lucha que solo acabará cuando el fuego sea extinguido.

Cruzar El Pinar es circular por un núcleo fantasma, no se ve a nadie, es que no hay nadie. Tal vez el regreso a casa sea más prolongado de lo deseado, por eso alguien, a hurtadillas, entra y sale de su domicilio con un par de bolsas. Todos temen perder sus viviendas, sus pertenencias, y todos hemos perdido una de las escasas zonas de arbolado del Levante almeriense. Al caminar entre sectores calcinados pueden observarse animales achicharrados, vegetación quemada que tardará años en volver a ser lo que era hasta hace unas horas. La pesadumbre se apodera del ánimo ante tanta devastación. El fuego continua su crepitar, ruge al abrirse camino. Desde algún lugar se oye que estamos en el nivel 1, es decir, incendios que pudiendo ser controlados con los medios de extinción previstos por la Comunidad Autónoma, se prevé por su posible evolución, la necesidad de la puesta en práctica de medidas para la protección de las personas y de los bienes que puedan verse amenazados por el fuego.

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