Almería

Entrevista a un vendedor de la ONCE. Un cojito feliz

  • La optimista historia de superación de Samuel Ortega, un vendedor de la ONCE

Entrevista a un vendedor de la ONCE. Un cojito feliz

Entrevista a un vendedor de la ONCE. Un cojito feliz / Rubén García Felices

Samuel Ortega Martín (Balerma, El Ejido, 1990) empezó a vender cupones de la ONCE hace siete años y hoy en día lo sigue haciendo en la puerta del Centro de Salud de Gádor con plena dedicación, profesionalidad y compromiso con esta organización. Él antes era comprador de frutas y hortalizas en almacenes y subastas hortofrutícolas, pero, a raíz de un accidente automovilístico sufrido en 2011, en el que se lesionó gravemente las extremidades inferiores, tuvo que buscar ocupación en otro lugar. Sin embargo la vida da mil vueltas y, ahora, puede presumir de estar en un momento laboral en el que no le falta el trabajo y en un momento personal y familiar muy satisfactorio. Afortunadamente el accidente no le ha impedido cumplir su sueño, formar una familia. Samuel afirma estar muy contento con su vida porque no le falta el empleo y encima tiene una familia maravillosa que goza de buena salud. Está casado con Carmen Gallego Chacón (una auxiliar de enfermería), ambos viven en Huércal de Almería en su propia casa, y acaban de ser padres por primera vez del pequeño Gonzalo. Me confiesa que su felicidad es tan grande que no puede expresarla en palabras: "Nunca imaginé que ser padre produjera esta felicidad tan inmensa, no tengo palabras".

R. G. F.: El 24 de noviembre de 2011 sufriste un accidente automovilístico que te lesionó gravemente tu tren inferior. ¿Cómo ocurrió y qué recuerdas de aquel infortunio?

Samuel: Del momento del siniestro no recuerdo absolutamente nada. Las últimas imágenes claras que tengo son las del día anterior, y las de mi posterior despertar en la UCI. Todo lo que sé de ese suceso es lo que me han contado o he ido recordando en flashes. El hecho desgraciado tuvo lugar en la carretera que va de Las Norias a San Agustín, cruzando por Tierras de Almería, cuando me estampé de lado contra un tabique. En ningún momento fui consciente de lo que me ocurrió, ya que la Guardia Civil no detectó signos de volantazos ni de frenazos. Yo creo que me mareé, o que perdí el conocimiento, posiblemente por alguna bajada de tensión... No lo sé con certeza.

R. G. F.: Ese quizás fue el momento más duro de tu vida...

Samuel: Aquel accidente, junto con la pérdida de mi padre, han sido los dos momentos más duros de mi vida.

R. G. F.: ¿Qué tipo de lesión sufriste y cómo fue tu rehabilitación?

Samuel: De mi pierna izquierda me partí en dos trozos la tibia y el peroné, y en tres trozos el fémur. Y de mi pierna derecha me lastimé el nervio ciático poplíteo externo y la pelvis. La rehabilitación en ciertos momentos fue dura a causa de los fuertes dolores que sufría, que a veces hacían que me mareara. Me pasé unos tres años y diez días entre la cama y la silla de ruedas hasta que comencé de nuevo a caminar por primera vez.

R. G. F.: Lo sucedido, ¿cómo afectó a tu familia, a tu trabajo, a tu vida en general? ¿Y, qué secuelas te ha dejado?

Samuel: A mis padres les afectó muchísimo, es natural. Que a su hijo de 21 años recién cumplidos le ocurriese aquella fatalidad, y que durante los cincuenta días que me pasé sedado en la UCI del Hospital de Poniente de El Ejido, con varios médicos debatiendo sobre mi vida y mi muerte, y diciéndoles a mis padres que rezaran por mí con fuerza para que luchara y para que tuviese suerte para sobrevivir, pues no es plato de buen gusto para nadie, y menos para unos padres, la verdad. Por fortuna, tengo el privilegio de contar con una gran y extensa familia, muy unida, en la cual nos tenemos siempre los unos a los otros tanto en los momentos buenos como en los malos. Mi familia arroparon a mis padres y hermano sin dejarlos solos ni un solo segundo, hasta que todo lo gordo pasó. En cuanto a mi trabajo, tuve que dejarlo, no podía seguir desarrollándolo más. Así que cuando ya estuve recuperado y en mejores condiciones, tanto físicas como psicológicas, pues empecé a buscar trabajos para personas con discapacidad, y en esa búsqueda y gracias a mi suegra que me facilitó toda la información, apareció la que hoy también considero mi casa: la ONCE. Mi vida cambió a raíz de este accidente, claro que sí, pero básicamente por las secuelas físicas que me ocasionó, o sea, por mis limitaciones de movilidad que me dejó. En la calle, de la noche a la mañana, me encontré con muchas barreras arquitectónicas, que hay por todos lados, y a las que tuve que ir amoldándome poco a poco, cambiando ciertas cosas, porque si uno no avanza hacia adelante, la vida se lo come. Por culpa del accidente tengo una minusvalía de movilidad reducida, quedándome la pierna izquierda unos cuatro centímetros y medio más corta que la derecha. Además, desde entonces luzco unas cuantas cicatrices (o heridas de guerra, como yo las llamo cariñosamente) en el cuerpo. (Sonríe).

R. G. F.: Además de tu familia, ¿quién más estuvo ahí para apoyarte?

Samuel: En momentos así es cuando te das cuenta de quién está a tu lado y quien no lo está. Pienso que han estado y están, los que la vida me ha deparado que tenían que estar. A los que se quedaron conmigo les doy las gracias, y a los que no, les deseo suerte. Soy un hombre afortunado, primero por tener la familia que tengo, de la que me siento muy orgulloso, y después por poder disfrutar de mis amigos y gente que he ido conociendo en todos los hospitales que he estado, que son, como se suele decir, la familia que uno elije. ¡Y qué familia! (Se ríe).

R. G. F.: Si pudieras volver atrás en el tiempo, ¿cambiarías ese día?

Samuel: Sinceramente, por el sufrimiento que acarreó a mi familia y amigos de verdad, si que lo cambiaría, pero no por otro motivo. Desde el accidente considero que la vida me ha sonreído trayéndome cosas muy buenas, así que aunque suene frívolo, no me apeno por haber pasado por esto.

R. G. F.: ¿Y has aprendido algo de todo esto?

Samuel: He aprendido a volver a valorar muchísimo aquellas cosas sencillas que hacemos en el día a día y que no le solemos dar importancia, como por ejemplo, algo tan sencillo como dar un simple paseo al aire libre.

R. G. F.: A pesar de ello, tú no has dejado de conducir...

Samuel: No, para nada. Al principio sí que le tenía mucho respeto al volante, pero supongo que el hecho de no acordarme del accidente en sí, me ayudó mucho a perderle el miedo. A lo que si le tenía temor, era a que me pudiese venir algún flash mientras conducía y que por culpa de ello, volviera a sucederme otra desgracia.

R. G. F.: Trabajas en la ONCE desde el 18 de agosto de 2016. ¿Fue fácil entrar en esta organización?

¿Fue duro el comienzo?

Samuel: La verdad no fue difícil pues la ONCE es una organización que apuesta por aquellas personas con discapacidad que quieren trabajar y labrarse un futuro profesional. ¿Me preguntas si fue un comienzo duro? No, más bien incierto. Incierto porque después de casi cinco años recuperándome volvía a incorporarme al mundo laboral, a un sector totalmente desconocido para mí, pero que resultó siendo apasionante, pues me encanta el trato con la gente. Allí donde he trabajado, siempre me han acogido como a uno más del pueblo, y en algunos hogares y negocios donde voy a vender, como a uno más de la casa... y eso siempre es muy de agradecer.

R. G. F.: ¿Cómo te va en el trabajo?

Samuel: Bueno, bien, no me puedo quejar con los tiempos que están corriendo. Hay mucha incertidumbre en la calle con el tema de la guerra en Ucrania (que llevamos acarreando desde hace ya cerca de un año) y con la subida de los precios de la gasolina y la comida. En fin, peleando el día a día e intentando alegrar a "mi gente", y si les vendo algún cupón premiado mejor que mejor. (Ríe de nuevo).

R. G. F.: Tu ruta laboral semanal.

Samuel: No tengo ruta como tal, mi puesto de trabajo ahora mismo está en el pueblo de Gádor. Aunque también tengo clientes de otros pueblos que me llaman y me hacen encargos y yo voy a llevárselos.

R. G. F.: ¡Mójate! ¿Hay buena clientela en Gádor?

Samuel: Sí, yo estoy muy contento con la gente de Gádor. Puede parecer peloteo, pero no lo es, y lo digo porque como antes te comentaba me han acogido muy bien y estoy súper cómodo con las personas de aquí. Si no fuese por el frío del invierno y el calor en verano que hace en la calle, y en particular en este pueblo, como tú bien conoces, sería todo perfecto.

R. G. F.: La verdad es que cada mañana que te encuentro en la esquina del centro de salud donde trabajo, allí sentado a las ocho de la mañana, me pongo malo sólo de imaginarme en tu lugar, con el frío intenso que está haciendo estos días. Menos mal que llevas doble ropa de refuerzo y el gorro de lana (le sonrío). Ahora, una pregunta obligada: a nivel personal, ¿qué te aporta tu trabajo?

Samuel: Una enorme satisfacción. El ver que cada día se me presentan situaciones nuevas en el trabajo y que soy capaz de solventarlas, esto hace que me sienta orgulloso de mí mismo.

R. G. F.: ¿Cuál es el mayor premio que has dado y cuánto se deja de media la gente en los juegos, cupones y sorteos?

Samuel: En enero de 2021 vendí un cupón premiado con 35.000 euros. Luego he dado premiecillos de 1.000 euros y de 500 euros también. La gente se suele dejar a diario entre 10 y 20 euros, aunque la media es muy relativa. Igualmente están los clientes que compran su cupón por 2 o 3 euros y van que chutan. Y tan buenos son los unos como los otros, porque de que me vale que una persona se gaste de una sola vez 50 euros, si tal vez luego no la vuelva a ver más. Lo mejor es tener a mis clientes fijos que se gastan sus 2 o 3 euros diarios, y que al final terminan convirtiéndose en mis amigos.

R. G. F.: Sólo por curiosidad, ¿estás afiliado a algún sindicato?

Samuel: Sí, estoy afiliado a UTO-UGT (Unión de Trabajadores de la Once de la UGT).

R. G. F.: Cambiamos de tema. Conociste a tu esposa en Tuenti, ¿cómo y cuándo comenzó esa historia de amor? ¿Y cuántos años teníais cuando os casasteis?

Samuel: Pues yo ya conocía antes a una prima suya, también a través de Tuenti, y, de la manera más tonta, también agregue a mi actual esposa a mis contactos. Eso sucedió unos pocos meses antes de tener yo el accidente. A partir de ahí empezó ese pique-tonteo, que al principio ella ni caso que me hacía, pero que yo como cuando me propongo algo lo consigo, insistí e insistí hasta que cayó. ¡Y vaya que si cayó! Ya no sé yo si fue por mis encantos propios o ya por aburrimiento. (Ríe). El por qué habría que preguntárselo a ella. (Le entra la risa de nuevo). En persona la conocí el 20 de septiembre de 2012, el mismo día que a su prima. (Ahora soy yo el que ríe). Desde ese día la cosa fluyó cada vez más, hasta que el 24 de ese mes, formalizamos nuestra relación. Carmen y yo nos llevamos solo 5 meses de edad. Cuando contrajimos matrimonio yo tenía 27 años recién cumplidos y ella estaba a punto de cumplirlos.

R. G. F.: Carmen y tú habéis sido padres hace unos pocos meses. ¿Cómo lo lleváis?

Samuel: Lo llevamos bien. Gonzalo, nuestro bebé, es lo más bonito que nos ha podido pasar a día de hoy y no cambiamos ningún momento a su lado por nada del mundo.

R. G. F.: ¿Qué es lo más difícil de ser papa?

Samuel: Supongo que cualquier padre te diría lo mismo: cuando peor lo pasa uno es cuando tu bebé se pone enfermo. El no saber qué le ocurre cuando llora (habiendo dormido y comido bien, teniendo su pañal cambiado, etc.).

R. G. F.: Por favor, cuéntame algunas de tus aventuras y desventuras como padre primerizo.

Samuel: Aventura no lo es, pero una de las cosas más bonitas para mí es que mi hijo me mire o que yo le mire a él y que me sonría con una sonrisa que lo le quepa en la cara. Eso es "magia" en estado puro. Desventuras como tal, no sé... que te haga caca y desborde, o que te bañe en pipí mientras le cambias el pañal (se descojona de risa), que te vomite encima... las cosas típicas que imagino vivirán todas las mamas y papas. (Vuelve a reír).

R. G. F.: ¿Para ti, qué es la felicidad?

Samuel: Sé que es un tópico, pero para mí la felicidad plena es que mi familia esté sana y feliz. El tenerla y disfrutarla el mayor tiempo posible, ese es el mayor regalo que me puede dar la vida.

R. G. F.: Para terminar con la entrevista. Hoy, día 12 de febrero, se conmemora el Día Internacional contra el Uso de Niños Soldado. Actualmente es alarmante la cifra de niños y niñas que, en todo el planeta, son presa fácil de grupos armados. ¿Me puedes decir cuáles son tus ideas respecto a este tema tan alarmante?

Samuel: Bueno, es un tema complicado, sobre todo de solucionar. Pero como padre me duele obviamente que aún existan este tipo de "locuras". Solo digo que los que utilizan a niños y niñas en los conflictos bélicos son unos cobardes y desalmados sin sesos, porque para llevar a cabo tal barbarie hay que serlo.

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