El lado oscuro de Almería

El Principado de Sealand

  • Un exguardia civil almeriense expulsado del cuerpo se autonombró Excelentísimo Regente del estado ficticio y dirigía una red que se dedicaba a vender pasaportes diplomáticos

Pasaportes diplomáticos

Pasaportes diplomáticos

Los servicios centrales de la Guardia Civil desmantelaron el 12 de abril de 2000 una red dirigida por un ciudadano almeriense que se dedicaba a vender pasaportes diplomáticos de un Estado ficticio, el denominado “Principado de Sealand”. Todas las detenciones se produjeron en Madrid donde tenía su sede la peculiar embajada, instalada en las oficinas de una empresa de bingos.

El almeriense figuraba como regente del país, cuyo único territorio conocido es la superficie que ocupa una antigua plataforma de defensa anti-aérea situada frente a las costas inglesas. Los cerca de sesenta detenidos en esta operación, estaban acusados de vender a través de Internet pasaportes diplomáticos o títulos universitarios del falso estado a un precio en torno al medio millón de pesetas cada uno. Francisco R. que entonces tenía 48 años era un antiguo guardia civil que fue expulsado del cuerpo en el año 1978 por su presunta implicación en un robo. Sin límites de altura, el ex benemérito se autonombró Excelentísimo Regente del “Principado”

Unos años antes, la Guardia Civil de Almería le ocupó aquí en la capital varias decenas de pasaportes diplomáticos de Sealand, aunque el asunto en aquel momento se quedó en la mera incautación de los documentos y el tema no tuvo una mayor trascendencia. Una vez que la situación se “normalizó” nuestro paisano volvió de nuevo a las andanzas.

Y es que, todo era posible en el Principado de Sealand. Desde pasaportes diplomáticos para cada uno de sus supuestos 160.000 ciudadanos, inmunidad penal, inviolabilidad de domicilio, exención de impuestos y aranceles, placas de embajador para todos los coches y yates incluso hasta cambios de nacionalidad e identidad si era necesario. Y, por supuesto, relevancia social e invitaciones "automáticas" a las celebraciones gubernamentales en todos los países del mundo. Lo que se dice “Jauja” en versión siglo XXI.

Pero la felicidad y los privilegios que ofrecía Sealand no eran gratuitos. Costaban entre 9.000 y 55.000 dólares que iban a parar a la organización que había instalado su embajada en la calle de Serrano, 55, en la zona más exclusiva y cara de la capital de España, aunque poco más tarde y ante el ajetreo que se montó con la historia del Principado, cambiaron rápidamente de sede. Sin rubor alguno, en la sede ondeaba al viento la bandera roja, blanca y negra del principado independiente de Sealand. 

Todas las detenciones se realizaron en Madrid, donde tenía su sede la peculiar embajada

En las diligencias instruidas por la Guardia Civil se vieron implicados una treintena de españoles, junto a alemanes, austriacos, franceses, chinos, chipriotas, italianos, ucranianos, rumanos, rusos, chilenos y estadounidenses. En un elevado porcentaje personas con antecedentes policiales por delitos de estafa, tráfico de drogas y tenencia de explosivos. Los privilegiados consejeros de Sealand, una legión de falsos diplomáticos y ministros que exhibían patéticos pasaportes, no residían en Sealand, sencillamente, porque Sealand no existe ni tiene 160.000 habitantes virtuales.

  El supuesto principado, anunciado en Internet como un joven Estado independiente dispuesto a acoger a personas de "cualquier color o religión" que deseen hacer prósperos negocios, no es más que una destartalada plataforma petrolífera en el mar del Norte, a unos diez kilómetros de la costa. 

Para dar más verosimilitud a la legalidad histórica del falso Estado, el equipo del estafador almeriense relataba en sus páginas web que el 2 de septiembre de 1967 el ex comandante británico Paddy Roy Bates tomó posesión de la "isla", izó su propia bandera y constituyó el principado de Sealand, al que dotó de Constitución y leyes. 

Barcos de guerra británicos le obligaron a abandonar la plataforma y un tribunal de Essex (Reino Unido) reconoció la extraterritorialidad de la antigua base militar al estar situada a más de tres millas de la costa, versión defendida siempre por el sagaz y oportunista ex guardia civil almeriense.El Ministerio de Asuntos Exteriores español opinaba todo lo contrario. Los pasaportes y documentos de viaje expedidos bajo el nombre de "Principality of Sealand" o "Sovereign Military Orden of St. John of Jerusalem" no fueron aceptados por las autoridades españolas como documentos válidos por ninguno de los Estados firmantes del acuerdo de Schengen, y fueron calificados como "documentos de fantasía”.

Uno de los integrantes presentó el pasaporte para librarse de una detención

Sus representantes se identificaban como cónsules, embajadores o ministros con credenciales y utilizaban coches con placas de matrícula diplomática, incautadas durante el desmantelamiento de la red por el Instituto Armado, además de un número sin determinar de documentos firmados y en blanco, listos para salir al mercado. La rúbrica del regente impostor, que se hacía pasar también por un notario mayor del Principado afincado en Alemania, otorgaba credibilidad a los títulos universitarios. 

Y podrían haber seguido con tan próspero e ilícito negocio, si no fuera porque, unos meses antes uno de los integrantes de su cuerpo diplomático intentó librarse de una detención exhibiendo su pasaporte. Exigió la inmunidad inherente a su “status” al ser implicado en un fraude de gasolina adulterada, valorado en mil millones de pesetas. 

Fue la primera pista que acabó con el chollo desmontado por la Guardia Civil. Una consulta al ministerio de Asuntos Exteriores confirmó la inexistencia del supuesto Estado y la ilegalidad de los documentos expedidos. La Guardia Civil tuvo que solicitar la cooperación de las policías británica, francesa, alemana, eslovena, rumana, rusa y norteamericana al detectar el uso de los ficticios pasaportes por parte de delincuentes en estos países.

El Principado de Sealand es una micro nación -un Estado autodeclarado pero no reconocido como entidad- que proclama como su territorio a Roughs Tower, una ex-plataforma marina usada como fuerte naval, construida por la Royal Navy en 1942 y localizada en el Mar del Norte a 10 kilómetros de la costa de Suffolk, en el Reino Unido, así como aguas territoriales en un radio de 12 millas náuticas. La población en sus instalaciones rara vez excede de 5 personas y el área habitable de la torre es de 550 m². 

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