Almería

La guarda y custodia de los agricultores

  • El año pasado hubo 792 robos en explotaciones agrarias y ganaderas, según datos del Gobierno

En una provincia eminentemente agrícola como Almería los robos en el campo son una preocupación constante. No se trata sólo de la sustracción de frutas y hortalizas, sino también de la maquinaria y productos necesarios para su cultivo, lo que puede provocar la ruina para más de un productor que ve cómo los actos de unos ladrones pueden dar al traste con una importante parte de la cosecha de la campaña. Y no es una cuestión baladí pues los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado contabilizaron 6.914 robos en explotaciones agrarias y ganaderas durante 2017, en un ránking que lideró Andalucía, con el 35,4 % del total nacional y en concreto Almería donde se registraron 792 robos. Al menos así figura en una respuesta parlamentaria del Gobierno al diputado Miguel Ángel Heredia (PSOE) en la que se cuantifican los robos "con fuerza", "con fuerza en el interior de vehículos" o "con violencia e intimidación" en explotaciones agropecuarias.

Afortunadamente, la Guardia Civil tomó nota y puso en marcha diferentes equipos ROCA en los principales puntos de producción de Almería. Entre ellos se encuentra el equipo ROCA de Níjar, que cubre este municipio y otros ubicados en el Bajo y Alto Andarax, lo que supone atender las necesidades de agricultores y ganadores de Níjar, Fiñana, Gérgal, Gádor... Hasta el límite con Carboneras. Tal vez no sea la zona que más invernaderos o explotaciones aglutina pero sí es una de las más complejas por el gran número de diseminados que presenta el término municipal nijareño, con cortijos separados los unos de los otros a veces por kilómetros de distancia. En este entorno es en el que trabajan el Cabo Primero Antonio y el guardia civil Francisco Javier Pérez, parte de este equipo ROCA, que desvelan para Diario de Almería los secretos de este grupo.

Recuerdan cómo comenzaron a trabajar en septiembre de 2013 y desde entonces se han dedicado a diario a seguir las denuncias, entrevistarse con las víctimas y posibles testigos, realizar inspecciones oculares y mantener una relación fluida y constante con los profesionales y empresas del mundo agrícola. El contacto es permanente porque "son los que más información nos pueden aportar cuando sucede alguno de estos hechos". "La relación es bastante buena. En Níjar y el Cabo de Gata es dónde se concentra la mayor superficie invernada de esta demarcación. En los cinco años que llevamos se ha notado una barbaridad, nos hemos convertido en un referente para los agricultores, que cuando tienen cualquier problema llaman al cuartel o a un teléfono que les facilitamos", explican. Como casi todo en esta vida, la delincuencia en el campo también tiene sus fechas. En verano suelen reducirse este tipo de ilícitos, mientras que en septiembre comienza a producirse un repunte. Lo más buscado suelen ser fitosanitarios y motores de riego, aunque también grupos electrógenos. Fuera de Níjar, entre marzo y abril es cuando se producen las sustracciones de colmenas. En cuanto a productos en sí, las sandías tienden a ser las más codiciadas.

Cuando alguien roba un motor de riego, por ejemplo, es posible que se quede en la propia provincia y se venda a otros agricultores. Sin embargo, el Cabo y el guardia civil indican que tanto fitosanitarios como motores o grupos electrógenos acaban en muchos casos en Marruecos, debido a la pujanza que la agricultura intensiva tiene en el país vecino, utilizando principalmente como nexo el puerto de Algeciras, donde el gran tráfico de barcos hace más complicado detectar estos productos robados. Son muchos los delincuentes que reinciden en el campo. "Prácticamente siempre son los mismos. Las colmenas, son tres o cuatro las que las roban. En cuanto a los motores de riego, en junio del año pasado llevamos a cabo una operación en la que detuvimos a un grupo dedicado a esta actividad y recuperamos muchos de los robados. Desde entonces hasta ahora habremos tenido 3 o 4 robos de motores de riego cuanto antes era casi uno a diario, más de 20 al mes", apostillan.

En estos cinco años de labor se han encontrado prácticamente con cualquier cosa. Desde un detenido que se dejó la documentación en la finca en la que robó a otro que se olvidó el móvil. También gente que ha dejado un rastro evidente a simple vista o trabajadores que provocan daños en las bandas de los invernaderos, provocado daños en los cultivos o que han intentado manipular sistemas de riego tras ser despedidos. Todo este trabajo ha tenido su recompensa. Y es que aunque en Fiñala se ha registrado un ligero repunte, "según los datos que manejamos, la delincuencia en el campo -en esta demarcación- ha descendido notablemente, en Níjar se ha notado". Todo ello gracias a una confianza ganada a pulso. El ir de paisano les ayuda a a que el agricultor afectado los vea como uno más y tenga menos miedo a posibles represalias. Ellos a cambio tienen un compromiso inquebrantable de proteger a quién les dé información para que ningún delincuente pueda relacionar a dicha persona con la investigación. Un "quid pro quo" que ha permitido reducir las cifras de esta criminalidad de una forma que antes nadie hubiera podido imaginar.

Una experiencia que también les permite conocer a los "malos". Algunos son "gente joven perdida que no sabe cómo enfocar su vida y prueba". "Si los pillas a tiempo escarmientan y se reorientan pero otros morirán haciéndolo", aseveran. Por ello, han llegado a interceder para que los primeros obtengan un trabajo y puedan abandonar esa forma de vida. "De algunos que repiten ya tenemos hasta el teléfono", bromean.

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