Almería

De perdigón a granada

  • Hallan dentro de un tabique del cortijo de Pedro "El Perdigón", cinco granadas de la Guerra Civil Sus herederos cuentan todos los detalles de la sorprendente historia a Diario de Almería

El 18 de julio de 1.936 estallaba la Guerra Civil a raíz de un golpe de estado contra el gobierno republicano constituido legalmente y reconocido por todas las naciones. Por aquel entonces Almería era tierra de sequía, malas cosechas y el fantasma del hambre recorría los pueblos del Valle del Almanzora.

Los militares, a las órdenes del General Franco que en ese momento estaba destinado en Ceuta y Melilla, se sublevaron. Estalló aquel fracaso colectivo que duró tres años y dejó en nuestro país casi medio millón de muertos.

Las dos Españas, la Azul y la Roja, la Nacional y la Republicana. La provincia de Almería, como casi todo el Levante español, permaneció en la zona Roja desde el comienzo hasta el final de la Guerra y en Cantoria, al igual que en todos los pueblos de la zona Republicana, al comienzo de la Guerra se creó un Comité compuesto por socialistas, comunistas y anarquistas, que sustituyó en el poder local al Ayuntamiento.

Según diferentes artículos consultados en la Revista Local Piedra Yllora, se quemaron la mayoría de las imágenes religiosas de la Iglesia en la Plaza del Convento; desaparecieron los patronos San Antón, San Cayetano y la Virgen del Carmen, un cristo Crucificado… las campanas de la Iglesia las vendieron, menos una, que la dejaron para dar las horas del reloj y fundieron el órgano de la iglesia y los retablos para hacer metralla.

Gran parte de los cantorianos que participaron en la Guerra no eran anarquistas o milicianos, ni siquiera sabían lo que era eso; unos porque estaban hartos de trabajar de sol a sol y pasar hambre, otros porque les tocó… la mayoría ni siquiera tenía inquietudes políticas. Así recuerda su familia a Pedro Pedrosa Chacón. Un nombre entre cientos de Almanzoríes que han tenido una historia común.

Pedro 'El Perdigón', con algo más de treinta años participó en la Guerra, acabó con sus huesos en la cárcel de Almería y ante la proximidad de su fusilamiento, logró escaparse de una muerte segura junto con su paisano, Pedro López. Ambos lograron, no sabemos cómo, salir de aquella celda y hacerlo además cargados de armamento; pistolas, metralletas, granadas de mano. Así lo contaba el abuelo Pedro a sus nietos y ahora ellos tratan de buscar respuestas al descubrimiento que hace unos días les sorprendía en uno de los tabiques de su casa.

Cinco granadas de mano, dos de origen ruso y otras tres de origen polaco, utilizadas durante la guerra civil, han sido encontradas en un cortijo de Cantoria, en la zona de Oraibique.

Los propietarios hoy son Isabel Cruz García y Paco Sánchez, un joven matrimonio que ha heredado el cortijo de sus antepasados. Sorpresas de la vida, y después de décadas disfrutando en familia de la vivienda, de fiestas, encuentros con amigos y quema de carretillas incluido, Paco se fijó en un pequeño agujero en la planta de arriba. Además el yeso en esa zona era diferente, miró con la linterna y se dio cuenta de que había un pequeño hueco; "Empecé a picar un poco y quité dos piedras de yeso, justo ahí en ese hueco, estaban las cinco granadas" nos cuenta Paco. "La verdad es que me asusté, ni siquiera las tocamos y llamamos inmediatamente a la Guardia Civil".

Hoy sonríen pero reconocen que han estado días sin dormir, "yo me he venido aquí con mis niños pequeños y con ese peligro ahí, no quiero ni pensarlo. Nací en esta casa y he vivido aquí toda la vida, yo creo que mi padre no lo sabía" interrumpe Trini, su suegra e hija de nuestro protagonista Pedro Pedrosa Chacón.

Nos cuenta que su padre estuvo prisionero en los calabozos de Almería y que logró escapar de la cárcel. "Se vino andando junto a Pedro López por la sierra, siempre contaba que tardaron una semana en llegar a Cantoria, que tuvieron que esconderse y salvar numerosos obstáculos y que lo hicieron cargados de armas, pero no sabemos si estas cinco granadas son las que mi padre se trajo".

La familia ahora trata de unir cabos, buscar explicaciones, sobre todo, porque no alcanzan a entender que el abuelo Pedro supiera de su existencia, "las fechas no cuadran porque compró este cortijo en el año 1954, muchos años después de que terminara la Guerra. No sabemos si son esas granadas, las que se trajeron en su fuga de la cárcel, o estaban ahí cuando compró el cortijo".

Recuerdan a otra familia de Cantoria, Gaspar y Gracia, como los propietarios anteriores, un hombre que también estuvo en la guerra. Esa es la gran pregunta que hoy nadie sabe responder.

"Mi padre jamás nos dijo que eso estaba ahí, ni a mí, ni a nadie de la familia. Nunca nos habló de ello, es muy raro que no me avisara de ese peligro, porque yo después de encontrarlas he pasado unos días muy malos", asegura Trini, hija de El Perdigón. Le interrumpe Isabel para apoyar su versión "yo creo que mi abuelo no lo sabía, porque no es que fuera una persona estudiada, pero era una persona inteligente y hacía las cosas muy bien. Me cuesta mucho trabajo pensar que él supiera de la existencia de las granadas y que no lo hubiera dicho a la familia".

Por suerte las granadas han acabado donde debían. La Guardia Civil trasladaba a personal técnico del Grupo de Desactivación de Explosivos (GEDEX) y se hacían cargo de los artefactos que han sido destruidos de forma controlada en la zona de las Canteras de Macael.

Esta es la historia de las cinco granadas rusas y polacas que 80 años después han sido descubiertas escondidas en la pared de una cámara, en una cortijo de una pedanía de Cantoria. Una anécdota tapada y oculta, como tantas otras de aquella etapa de nuestra historia, que por miedo, seguramente, nadie se atrevió a contar.

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