Almería

El primer maestro de las primeras letras

  • Antonio Casado fue el profesor encargado de enseñar las cinco reglas básicas: sumar, restar, multiplicar, partir y medio partir en 1.838 Le sucedió Jacinto Vañón cuatro años después

Debido al poco tiempo que la Constitución de 1812 estuvo en vigencia, los planes de alfabetización, tanto de niños como de adultos, no se pudieron llevar a cabo. La Pepa, en su artículo 366, dispone que en todos los pueblos se establezcan escuelas de primeras letras en las que se les enseñe a los niños a leer, escribir, el catecismo y las obligaciones cívicas.

En 1790, Jovellanos se traslada a Asturias, residiendo en Gijón, donde fundó el Instituto Asturiano. Sus ideas sobre educación las comenzó a desarrollar en esta época, Informe de la necesidad de unir el estudio de la literatura al de las ciencias. Después de intervenir en la caída de Godoy, a instancias de la reina María Luisa, se emprendió una persecución general contra los reformistas de la época de Carlos III, de modo que, después de ser acusado de introducir en España una edición en castellano del Contrato Social de Rousseau, fue encarcelado en Valldemosa, Mallorca, y, posteriormente trasladado al castillo de Bellver. Aquí fue donde escribió el Tratado teórico práctico sobre la enseñanza, influido por el racionalismo de los enciclopedistas. Esta obra influyó enormemente sobre la política educativa de los liberales.

En los años siguientes, se prepararía la legislación que desarrollaría estos principios constitucionales (Informe Quintana, 1813), cuya principal novedad es el carácter gratuito de la enseñanza primaria. Pero a excepción del trienio liberal (1820-23), la Constitución de 1812 nunca estuvo vigente en esta política educativa, al ser derogada por Fernando VII.

En el trienio liberal, entraría en vigor, nuevamente, y, con ella, la voluntad de escolarizar a los niños y niñas del país, también la de adultos. Aunque se toleraba hasta 1830 el no saber leer y escribir para obtener la condición de ciudadano, era imprescindible a partir de ese año.

En 1820, constituido el nuevo Ayuntamiento de Carboneras, el 26 de julio, recibe éste un oficio de la Diputación Provincial de Granada, nº 905, solicitándole que se doten plazas de Secretario y Maestro de las primeras letras; la plaza del primero sería sufragada con cargo a los presupuestos del Ayuntamiento y, la del segundo, habían de satisfacerlas los niños que puedan hacerlo con cantidades moderadas y por adelantado. Todo ello se acordó en el Pleno de la Corporación celebrado el día 2 de agosto, con asistencia de los Regidores: D. Francisco Cayuela, D. Simón de Fuentes y D. Mateo Cayuela. Actúa como Secretario, D. Joaquín Piqueras Vázquez.

No debían ser muy apetitosas las plazas convocadas ya que quedaron desiertas.

Constituida ya la Diputación de Almería, ésta, en oficio de 19 de abril de 1823, siendo Presidente de la misma, D. Rafael de Fuentes y Secretario, D. Francisco de Heredia, comunica al Ayuntamiento que la plaza de Secretario se ha dotado con doscientos ducados; no se menciona la dotación del Maestro de las Primeras Letras.

Reunido el pleno de la Corporación el día 8 de mayo, presidido por el Sr. Alcalde Constitucional, D. Marcos Cayuela, cuatro Regidores y el Síndico, D. Ramón López, y como Secretario, D. Joaquín Piqueras Vázquez, publican la creación de la Plaza. No se vuelve a nombrar al Maestro de las Primeras Letras hasta septiembre de 1838.

La Constitución de 1837, en materia de educación, es una continuación de la de 1812. En el año 1838, surge un cuerpo legislativo de extraordinaria importancia para las escuelas primarias. Se conforma un modelo de escuela que, con sucesivos retoques, perdurará muchos decenios, incluso, en multitud de detalles, hasta bien entrado el siglo XX.

Destacan que la instrucción primaria se divide en elemental y superior, las asignaturas en la primera eran: Principios de Religión y Moral, lectura, escritura, las cuatro reglas, los fundamentos de Gramática y Ortografía. La superior, comprendía: mayores nociones de Aritmética, elementos de Geometría, dibujo lineal, nociones generales de Historia Natural y elementos de Geografía e Historia. (arts. 4 y 5); Todo pueblo que llegue a 400 vecinos (1.800 habitantes) tendrá escuela primaria superior. (arts. 7 y 9); Para ejercer como maestro, se requiere, además del título, tener 20 años cumplidos y certificación de buena conducta expedido por el cura párroco y el alcalde de su localidad de origen. Se exceptúan las aldeas que no pueden tener escuela elemental completa, habilitándose, entonces, a personas no tituladas que sean competentes. (arts. 13 y 47). Se establece un sueldo mínimo de 1.100 reales a pagar por los ayuntamientos, en metálico.

Los niños pagarán una cantidad estipulada, salvo los "verdaderamente pobres" (arts. 13 y 18). Las niñas tendrán sus propias escuelas, con el mismo sistema de enseñanza que los niños (art. 35).

Entresaco aspectos relevantes: la escuela dispondrá de un local capaz, ventilado y resguardado de la intemperie y no destinado a otros servicios públicos (art. 3). El maestro tendrá una mesa individual, situada frente a la de los alumnos que vendrán provistos de tinteros (art. 5). En la pared, detrás del profesor, habrá una imagen de Jesucristo y, en las otras paredes, carteles con abecedarios, máximas morales, etc. (art. 7). El horario será de tres horas por la mañana y tres por la tarde todos los días laborables, salvo el jueves por la tarde destinado a vacaciones. En los sábados, se dedicará la tarde a explicar Catecismo e Historia Sagrada (arts. 14, 16, 44).

Hasta 1838 la enseñanza de primaria no estaba reglamentada. La enseñanza en las escuelas se impartía en dos ciclos, de 6 a 8 años se aprendía a deletrear y de 8 en adelante leer, escribir y calcular por medio de las "cinco" reglas (sumar, restar, multiplicar, medio partir, partir). Se hacía hincapié en la doctrina cristiana y en el aprendizaje de las buenas costumbres, para ello, el maestro se servía con preferencia de los catecismos, letras de fábulas y romances. Los niños y, en menor medida, las niñas acudían a la escuela, durante ocho meses al año, (normalmente de octubre a mayo).

La enseñanza se iniciaba en torno a los cinco años, para concluir a los diez o doce; pero la asistencia no era muy regular, tanto por la generalización del trabajo infantil en el campo y en el mar, como por la frecuencia de epidemias y dolencias que afectaban a la población.

Las niñas apenas si pasaban de los primeros deletreos, centrándose su educación en las labores propias de su sexo (calceta, punto de red, dobladillo, bordados, etc.) y en el aprendizaje de las oraciones.

El ambiente de sordidez de estas escuelas, el método repetitivo y memorístico, la brutalidad de los castigos (azotes y palos) y, en general, la ausencia de estímulo intelectual suscitaba en el alumno un fuerte rechazo, dejándole un amargo recuerdo para el resto de sus días.

Se me ocurre escudriñar en algunos documentos y encuentro lo siguiente:

"El día 23 de septiembre de 1838, el Señor Alcalde de Carboneras, Don Martín Belmonte, reunió a la corporación municipal, comunicando a los Señores Regidores, que conforman su Ayuntamiento Constitucional, haber recibido del Gobierno de la Nación, Real Orden, Ley, e Instrucción, articulo 31, título séptimo, con la obligatoriedad de que se forme en cada pueblo que llegue a los cien vecinos una Comisión Local, compuesta de Alcalde, Presidente, Regidor del Ayuntamiento, de un cura párroco y dos personas instruidas y celosas en la materia. Acto seguido formada Comisión, queda compuesta por Don Martín Belmonte, Alcalde Presidente; Don Marcos Hernández, Regidor Cuarto; Don Gerónimo Alxón, Teniente de Curia de esta parroquia; Don Joaquín Piqueras y Don Manuel Amérigo, personas instruidas y celosas respecto de la instrucción primaria. Se comunica la formación de Comisión al Señor Jefe Político y a la Junta Provincial de la que es Presidente". Leo y releo con atención el documento y observo, con curiosidad, que de las cinco personas presentes en el acto, tres de ellas firman con una cruz.

El 30 de septiembre del mismo año se reúne el Ayuntamiento, y "habiendo tomado en consideración lo prevenido en la instalación para el establecimiento de las escuelas de primera enseñanza; lo adelantado del presente año y las circunstancias de este vecindario, dijeron que en atención de que se carece de Maestro de Primeras Letras y a que es preciso promover la educación de los niños, se haga notorio por medio de Boletín Oficial de la Provincia hallarse vacante la Escuela de este pueblo, expresando que a los aspirantes se les fijen el término de 40 días para que digan sus memoriales a esta Corporación, por conducto de su Presidente; bajo el concepto de que aquel que quede admitido disfrutará de la dotación anual de 100 ducados y, además, las retribuciones mensuales que produzcan los niños pudientes que concurran a la escuela, según cálculo de la Corporación, y además casa-habitación para el Maestro, y pieza para los niños". (Es copia literal). Se creó la escuela para niños a la que asisten treinta, costeada por el Ayuntamiento, y otra de niñas a la que asisten diez, sin dotación.

El 25 de octubre del mismo año se contempla en el presupuesto del Ayuntamiento una partida de 1.905 reales para el pago al admitido Maestro de las Primeras Letras, Don Antonio Casado. He de recordar que la moneda al uso no era la peseta; ésta llegaría un poco más tarde (octubre de 1868). Estos reales, de los que hablaré en lo sucesivo, no tienen nada que ver con los que conocimos nosotros y que nuestros hijos no llegaron a usar.

Sigo con mi investigación y descubro que, el 7 de agosto de 1842, el Señor Alcalde comunica a la Corporación que: "…el Maestro de Primeras Letras de esta villa, Don Antonio Casado, se halla enfermo desde hace algunos meses y que, la enfermedad que padece, además de no permitirle su asistencia diaria a la Escuela es sospechosa para el público en cuanto a poder ser contagiosa a los niños, y que, por ello, sus padres se retraen de mandarlos a la clase; en cuya virtud acordaron estos señores que se haga saber al mencionado maestro cese en ejercicio de su destino en esta villa, desocupando al propio tiempo la casa que habita y forma parte de las salas consistoriales, todo en el término de 15 días. En esta atención fue comparecido el antedicho Don Antonio Casado y héchole saber lo anteriormente acordado, suplicó a la Corporación que tuviese a bien admitirle poner una persona en clase de suplente para que por algún tiempo desempeñe el cargo de primeras letras a satisfacción del Ayuntamiento, habiendo propuesto enseguida a Don Jacinto Vañón de estos vecinos, y siendo persona que merece toda la confianza, respeto e instrucción, buena conducta y salud, los referidos señores accedieron a esta solicitud, concediéndole por término de todo el presente mes, terminado el cual, se tomaría este acuerdo en consideración según aparezca del estado de salud del anterior maestro. Así lo acordaron".

La educación, formación, instrucción, cultura, etc. de un pueblo lo hacen próspero. Sucedió que en Carboneras, a finales de las décadas de los setenta, 1979, y comienzo de los ochenta, 1983, del siglo pasado, se instalaron en ella dos grandes industrias: una cementera y otra eléctrica, con sus empresas auxiliares correspondientes. Por falta de personal cualificado, los puestos de trabajo creados, a nivel de técnico medio y superior, no se pudieron cubrir por personal de la población y alrededores.

Después de la dotación de un Instituto de Educación Secundaria en Carboneras, muchos alumnos tuvieron acceso a la universidad. Hoy, exportamos técnicos, licenciados y diplomados, oriundos de Carboneras, a toda España y al extranjero.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios