Marisa Álvarez Moreno y Matías Correa. Directora de la Unidad de Medicina Interna y gestor de Cuidados de Enfermería de Hospitalización Médico-Quirúrgica del hospital de Poniente

“El riesgo existe y el miedo a contagiarnos es inevitable, pero no ha habido ni un paso atrás"

  • Los coordinadores de la asistencia en la planta de pacientes con COVID-19 del hospital de Poniente: “Lo más positivo ha sido la gran capacidad de adaptación y profesionalidad de los sanitarios, han hecho todo tipo de labores fueran o no de su categoría, aquí nadie ha dicho esto no es mío”

“El riesgo existe y el miedo es inevitable, pero no ha habido ni un solo paso atrás"

“El riesgo existe y el miedo es inevitable, pero no ha habido ni un solo paso atrás"

Dos guerreros en la batalla contra el coronavirus, responsables en sus diferentes ámbitos de que se preste la mejor asistencia sanitaria a los contagiados de COVID-19 en la cuarta planta del hospital almeriense del Poniente. Marisa Álvarez y Matías Correa están al frente de Medicina Interna y cuidados de enfermería en hospitalización durante la peor crisis sanitaria de la historia del centro ejidense.

–¿En qué está consistiendo su trabajo en la planta de pacientes con coronavirus?

Matías Correa: Como gestores, lo primero es la gestión de recursos, que es en lo que más se nos va el tiempo, sobre todo humanos, de todo el personal que necesitamos para atender a este tipo de pacientes. Porque la ratio que tenemos ahora mismo de enfermera, auxiliar, celador, médico, por paciente, no es la mismo a la que estábamos acostumbrados. ¿Por qué? Porque con estos pacientes tenemos que tener mucha más ratio para poder atenderlos con seguridad. Necesitamos utilizar unos equipamientos de protección individual, que es necesario colocarse antes de entrar a la habitación. Esto lleva un tiempo porque tenemos que estar seguros de que vamos protegidos. Las cargas de trabajo se han modificado. Ahora tenemos que hacer un ejercicio de planificación mucho mayor antes de realizar cualquier cuidado, para que cuando tú entres a la habitación, intentes solucionar el mayor número de cosas posibles en una única visita. Necesitas más concentración y una revisión más completa del historial del paciente, para resolver todas las dudas antes de entrar. Y nosotros, como enfermeros, nos hemos tenido que organizar de otra manera. Porque antes, cada vez que un paciente tocaba el timbre estábamos en la habitación y ahora nuestra actividad es diferente totalmente. Cada intervención para la que entras en una habitación, lleva detrás una preparación previa, de un tiempo, de organización, de estructurar qué voy a hacer, qué actividad voy a realizar, qué necesito, qué me puedo encontrar... para ir preparado ante cualquier eventualidad.

Marisa Álvarez: Como dice Matías nuestro trabajo fundamental es la gestión del tiempo, de los recursos materiales y de los recursos humanos. Ha cambiado drásticamente nuestra forma de trabajar y, por ejemplo, el tiempo que empleamos en la colocación de los equipos de protección es muy importante y hay que tenerlo en cuenta a la hora de planificar la actividad asistencial. Como gestores, se nos va mucho de nuestro tiempo en la organización de recursos. Hemos tenido que reestructurar las plantas de hospitalización y los medios materiales que teníamos previamente. Y ha habido otra parte importante en la gestión, que ha sido coordinarnos con otras áreas. Estos pacientes necesitan, casi todos, la colaboración de otros servicios: Rayos, Laboratorio, Epidemiología, Distrito de Atención Primaria, Prevención, Dirección, etc. Y en esa coordinación hemos invertido bastante tiempo. 

– ¿Cómo se estructura el trabajo y organización para reducir al mínimo el contacto con los pacientes?

Matías: Lo que para otros pacientes es una simple radiografía, para estos pacientes, no es nada simple. Tienen que venir aquí los profesionales de Rayos, tienen que hacérsela con un equipo portátil, tiene que seguir un orden y un protocolo. Eso necesita mucha coordinación y consume mucho tiempo y muchos recursos para que salga todo bien, con mucha gente involucrada. Y tenemos que tener todos el mismo modus operandi. Exige mucha preparación ‘antes de’, que es lo que más consume a nivel psicológico: el organizar todo antes de hacer cualquier actividad. Porque lo que antes era entrar y darle la comida al paciente, ahora exige pararte a pensar y planificar: ¿Tengo además que darle un antibiótico?, ¿Tiene que darle un inhalador?, ¿Tiene una sonda vesical?, y ¿Quién es la persona más indicada? No podemos entrar siete en la habitación a hacer todas esas intervenciones. Porque antes entraba el celador a hacer una cosa, el auxiliar a otra, el enfermero a otra, el médico a otra. Ahora no, ahora tenemos que pensar previamente ¿Quién es la persona más indicada para hacer esto? Y es la que entra. Eso requiere mucha preparación previa, que es lo más agotador desde el punto de vista de la atención al paciente. Las demandas con todos los pacientes son infinitas. Pero los recursos son limitados.

Marisa: Esto ha funcionado gracias a que todo el mundo estaba muy, muy implicado y los profesionales han hecho todo tipo de labores fueran o no propias de su categoría. Aquí nadie ha dicho “esto no es mío”. Si el enfermero entraba y tenía que hacerle al paciente algo que normalmente hace el auxiliar, o el médico, pero podía hacerlo, lo hacía. Si el médico entraba y tenía que hacer algo que normalmente hace el auxiliar o el enfermero, lo hacía. Porque es la única forma de que los pacientes estén bien atendidos, de que se minimicen los riesgos de contagio y de que tampoco agotemos todos nuestros recursos de protección, que también es muy importante. Cada vez que entramos es un recurso material que agotamos, por eso también exige un trabajo de planificación.

Marisa Álvarez, directora de la Unidad de Medicina Interna del hospital de Poniente Marisa Álvarez, directora de la Unidad de Medicina Interna del hospital de Poniente

Marisa Álvarez, directora de la Unidad de Medicina Interna del hospital de Poniente

–¿Qué es lo que más les impactó en la lucha contra la pandemia?

Marisa: Como positivo, la gran capacidad de adaptación que tienen los sanitarios, en general, no sólo los de aquí, y la grandísima profesionalidad que tienen. Todo el equipo de Medicina (los que han atendido pacientes Covid y los que han atendiendo el resto ) han estado implicados en manejar esta crisis de una forma excepcional. Antes de necesitar cualquier cosa ya había 30 ideas encima de la mesa para hacer algo nuevo o mejorar cualquier circuito. Antes de que a los gestores de la planta se nos planteara siquiera una necesidad, a alguien se le había ocurrido ya una forma de mejorar. Tampoco hemos tenido ningún problema a la hora de que alguien dé un paso al frente para entrar en los equipos de tratamiento de estos pacientes, que al final pues son pacientes que generan cierto respeto, por la posibilidad del contagio, la incertidumbre de la evolución o el riego de contagiar a las familias Y no ha habido ni un solo paso atrás. Al revés, todo el mundo ha dado un paso adelante. Quiero resaltar que ha habido pasos al frente de todo el personal, de todas las categorías.

Matías: A nivel negativo, ha habido cosas que nos han impactado. Como el distanciamiento físico con los pacientes y con los familiares. Porque nosotros, nuestra relación, no puede ir desvinculada de los familiares. Nuestra relación es la triada ‘profesional sanitario-paciente-familiar’. Y esa tríada ha desaparecido totalmente. Porque la relación con los familiares es telefónica. Y nuestra costumbre de estar al pie de la cama, cogiéndole la mano al paciente. Eso ha disminuido muchísimo, porque entras en la habitación a hacer una intervención rápida y no puedes tener una exposición prolongada. Entonces los pacientes no se pueden desahogar como ellos quisieran, porque entras, haces la intervención y te marchas. Y eso es lo que peor se lleva. Porque muchas veces los pacientes se abren más cuando tú llevas un rato con ellos hablando.

– Siempre con el temor a contagiarse, esa incertidumbre a la que uno no se acostumbra nunca...

Marisa: El miedo es inevitable a todo. A contagiarnos nosotros, a que se contagie nuestra familia cuando nos vamos de aquí. El riesgo existe y no todo el mundo maneja ese miedo al contagio igual de bien, ni ese manejo es igual a lo largo del tiempo. Ha habido momentos en los que lógicamente hemos tenido crisis, sobre todo en los momentos de más presión, cuando hemos tenido más pacientes. Y también al principio, cuando venían los primeros pacientes que todo eran incertidumbres, todo era nuevo. ¿Los estamos viendo suficientes veces? ¿Tenemos que entrar más veces o menos? Poco a poco hemos ido atendiendo cada vez más pacientes y la incertidumbre inicial se va controlando. Ha habido momentos de mucha tensión, que afortunadamente hemos podido controlar. Ya sobre todo últimamente, las cosas están mucho más tranquilas.

Matías: Estamos empezando a normalizarlo todo.

–¿Qué medidas de prevención toman dentro y fuera del hospital?

Marisa: Dentro del hospital, como medida de prevención, desde hace ya bastante tiempo, todos los profesionales, pacientes y acompañantes de pacientes, es obligatorio que lleven mascarilla quirúrgica por todo el hospital. Tenemos además dos plantas diferenciadas para la atención a pacientes con infección por COVID-19, una en la que están pacientes positivos y otra en la que están los pacientes sospechosos que están pendientes de resultados. En esas áreas se toman las medidas de prevención a las que estamos obligadas por ley. Hemos tenido equipos durante todo el tiempo. Unas veces mejores, otras veces peores, pero en todo momento hemos tenido equipos de protección en las plantas para tratar a estos pacientes. Eso es dentro del hospital. Y fuera del hospital, pues hemos seguido todas las medidas de prevención que estaban indicadas, como zapatos y ropa exclusiva para el hospital, lavado de ropa y ducha al llegar a casa, e higiene continua de manos. Y por supuesto distanciamiento de nuestros familiares. Llevamos mes y medio sin darle besos y abrazos a nuestros hijos y a nuestras familias. En resumen las medidas de protección que tiene que tomar todo el mundo, pero multiplicadas por diez, porque somos personal de alto riesgo para contagiarnos.

Matías: No puedo añadir nada más, porque es así. En mi caso, la mascarilla siempre me la he puesto cuando he ido a comprar, porque sé que estoy trabajando en una ‘zona caliente’ y cuando tengo que ir al supermercado, como todo ser humano, pues voy a intentar tomar precauciones. Al principio era el único, ahora ya lo lleva todo el mundo. Es una forma de proteger a los demás, porque al estar aquí, tengo más riesgo de contagiarme que quien no trabaja en el hospital, evidentemente. No lo voy a llevar a la población más riesgo a aún.

Matías Correa, gestor de Cuidados de Enfermería de Hospitalización Médico-Quirúrgica del hospital de Poniente Matías Correa, gestor de Cuidados de Enfermería de Hospitalización Médico-Quirúrgica del hospital de Poniente

Matías Correa, gestor de Cuidados de Enfermería de Hospitalización Médico-Quirúrgica del hospital de Poniente

–¿En que forma condicionan esas medias de prevención la gestión y coordinación de los equipos?

Marisa: Aquí en la planta en general, donde se atienden a pacientes NO COVID, desde hace mucho tiempo, ya tomamos también las medidas adicionales de no juntarnos más de 10 personas, hacer reuniones cortas, separados, con mascarilla quirúrgica todos y con higiene de manos repetida durante todo el día. Dentro de la zona Covid, las reuniones de equipo se hacen en un aula, donde podemos estar separados, y se hace también videoconferencia para limitar el número de asistentes, llevamos una ropa distinta a la del resto del hospital cuando entramos en esa área y se planifica al máximo el número de veces que hay que vestirse con los EPI, para reducir las posibilidades de contagio. Además por supuesto en esa zona está limitado al máximo el tránsito de profesionales a los imprescindibles. Son todas las precauciones, multiplicadas por veinte.

Matías: Pasamos muchas horas aquí dentro y hay momentos para todo: momentos de descanso, para comer y por lo tanto hay que quitarse la mascarilla y se produce por tanto más riesgo. Llevamos a cabo mucha limpieza de las zonas comunes, con mucha frecuencia, durante cada turno y en ese momento en el que tenemos que quitarnos la mascarilla para comer, sí o sí, pues intentamos estar el menor número de personas posible en el mismo recinto y separadas lo máximo que podamos. Afortunadamente no hemos tenido muchos casos de profesionales infectados y los que hay ya están incorporándose a trabajar, que es una muy buena señal. Pero tomamos muchas medidas de protección.

–¿Cómo se están comportando los pacientes que tienen que llevar su enfermedad en solitario?

Matías: Los héroes son ellos.

Marisa: De forma excelente. No hemos tenido absolutamente ningún problema con ningún paciente. Ninguno. Todos han aceptado la reclusión, el aislamiento, el no poder ver a su familia. Creo que ha sido ejemplar cómo lo han aceptado. Es verdad que probablemente, para nosotros y para ellos, lo más duro ha sido el caso de las personas dependientes, que no tienen posibilidad de ponerse en contacto con sus familias, que están solos. Creo que eso ha sido lo más duro para todos. Lo que peor hemos llevado.

Matías: Cuando ingresa el paciente se le da una carta de acogida, se le explica por qué tiene que estar en aislamiento, las medidas que tenemos que tomar antes de entrar en la habitación que se lleva un tiempo y por tanto tienen que saber que si nos avisan, no es cómo antes, que era avisar y al poco tiempo tenían alguien a pie de cama. Ahora necesitamos de una preparación previa, necesitamos aclarar muchas cosas por teléfono o por el interfono, con ellos, antes de entrar en la habitación, para que cuando entras, le puedas resolver todas sus dudas. Les hacemos entender que todo eso lleva un proceso, que tienen que coger el teléfono cuando les llamamos, que lo hacemos frecuentemente, para ver cómo están. Que es importante tener esa comunicación, porque físicamente no podemos estar en la habitación todo lo que quisiéramos. Y cuando les llamamos por teléfono, dos, tres, cuatro o cinco veces por turno, es simplemente para saber cómo están y que en cualquier momento que necesiten algo, vamos a entrar, pero hay que limitar esas entradas en la habitación. Y eso ellos lo han entendido bastante bien. Intentan cuando entras, que les resuelvas esa necesidad que tienen. Pero claro, hay pacientes dependientes, desorientados, que necesitas que entres y estés pendiente de ellos. La atención a este tipo de pacientes es la que se hace más duro de suplir.

– ¿Y cómo han tratado de suplir esa falta de contacto y soledad?

Marisa: De forma seleccionada, hemos juntado casos positivos ya confirmados, con el visto bueno del Servicio de Medicina Preventiva. Es lo que se llama ‘Aislamiento de Cohorte’, dos pacientes que son positivos, pueden estar en el mismo espacio. Eso ha aplacado mucho la soledad, porque los pacientes tenían un compañero de habitación con el que hablar y eso ayuda mucho. Ha habido también matrimonios que han estado juntos en la habitación, madre e hija, madre e hijo, hermanos… Todos esos casos se ha procurado que estuvieran juntos y eso palia mucho la soledad.

Matías: Otra medida que se tomó fue que se liberaron todas las televisiones, para que los pacientes tengan un poco más de entretenimiento, se le facilitan libros de nuestra biblioteca de la unidad. Y desde hace una semana tenemos móviles con datos, con los que se les ofrece al paciente y al familiar hacer una videollamada por las tardes. Esto es para aquellos pacientes dependientes que no tienen acceso a la tecnología o que no tienen su propio smartphone. Y bueno, los familiares también tienen que tener su teléfono móvil en casa.

–¿Cómo valoran el reconocimiento de la sociedad almeriense?

Matías: Que la gente se vuelque así con las donaciones, me parece extraordinario. Nosotros no hemos tenido falta de EPIS y en este tiempo hemos ido utilizando muchos que han procedido de donaciones. Se ha utilizado todo lo que era apto. Y el resto de donaciones de frutas, verduras, comidas, etc., es una recompensa que se agradece. Lo valoramos mucho. Lo de los aplausos, me da un poco de miedo. Es un reconocimiento, pero espero que estos aplausos se mantengan después de esta crisis. Por eso soy un poco más escéptico con ellos.

Marisa: Ha sido extraordinario lo que se ha volcado la sociedad almeriense, y sobre todo la comarca del Poniente con nosotros. Hemos recibido muchas donaciones de equipos de protección, fruta, verduras que se agradecen infinito. Con respecto al reconocimiento y a los aplausos por supuesto que se agradecen todas las muestras de solidaridad en estos momentos difíciles pero como dice Matías, veremos qué pasa en el futuro.

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