OPINIÓN | Con un par

Deber y placer

EN junio me declaré a Hacienda y hoy lo hago de forma pública. Es necesario y no hay más remedio si se quiere ser justo. Mi relación con Almería, capital y provincia, y la UD Almería lleva camino de cumplir dos décadas y tiene un sentido inverso al que defendió Eduardo Galeano en su libro “El fútbol a sol y sombra”. El balompié, según el estupendo escritor argentino, es un triste viaje del placer al deber. De niño, se juega por el sólo placer de jugar. Pero con el paso del tiempo y la conversión del juego en una industria, el placer cambia de bando y se convierte en deber, la obligación de ganar y volver a ganar. Mi historia con esta provincia y su equipo más representativo es la de un viaje del deber al placer. Ha sido la del compromiso y deber vinculadas a mi trayectoria profesional con la Unión Deportiva, triste en los dos descensos y muy alegre en los tres ascensos a Primera. La cosa cambió el curso pasado. Quien suscribe estas líneas buscó el placer del fútbol como aficionado. Decidió abonarse a la entidad rojiblanca y mi madre me acompaña en este periplo, desde entonces. El viaje terminó de la mejor manera y la más deseada, con el ascenso en Butarque de Leganés, pero arrancó de una forma bien distinta, asistiendo en vivo y en directo a las derrotas en Lezama y El Toralín, frente a Amorebieta y Ponferradina, en el segundo y tercer desplazamientos de la temporada. Este periodista ha renovado su condición de abonado y lo estrenará en Primera desde mi localidad de Preferencia junto a mi madre, compañeros y amigos del Sector 32. Así las cosas, este vecino de El Zapillo desde hace 20 años ha pasado a ser también socio, con el número 10.016, uno más en el caso de mi madre, con menos antigüedad pero con la misma intensidad que cualquiera. Dicho queda.

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