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Llegó, vio y venció

  • Debut victorioso Hugo Sánchez logra los tres puntos en su estreno con el Almería ante un Betis que mereció mejor suerte. Los rojiblancos aguantaron el gol de Corona y cortan así su mala racha

Hugo Sánchez tiene aire de César y le ha aportado a este Almería orden y concierto. Con eso bastó ayer para superar al Betis el día del debut del mexicano en el banquillo rojiblanco y, por ende, en la Liga española. En honor a la verdad hubo otro ingrediente fundamental: la suerte. Porque el fútbol no consiste tanto en meterla como en tener la fortuna de meterla, y el Almería ayer se limitó a eso.

Una semana de trabajo tampoco daba margen para más. Con los conceptos interiorizados por la plantilla de forma más o menos atropellada, lo mejor de todo es que el equipo mantuvo la portería a cero pese a los numerosos y claros intentos del rival por evitarlo. Fue el típico duelo en el que cada una de las partes cae del lado de uno de los contendientes, pero la balanza en este caso se inclina a favor del visitante por el asedio que hizo a la meta de Diego Alves en la segunda mitad.

Había ganas por ver al nuevo Almería del pentapichichi y el público local (tantas veces indolente) respondió desde el principio con su aliento a un equipo que necesitaba los tres puntos para liberarse de la ansiedad que empezaba a atenazarlo. Fue un triunfo pírrico, pero un triunfo al fin y al cabo, por más que si de un combate de boxeo se hubiera tratado el Betis mereciese la victoria a los puntos por su buen despliegue sobre el cuadrilátero.

Todo se gestó en una acción aislada, perdida en el lateral del campo. Corona, que sabe templarla como ninguno, mandó la pelota a la zona de pánico, esa tierra de nadie del área donde no llegan las defensas y tampoco se atreve a merodear el portero. El resultado no fue otro que el balón en el fondo de las mallas, a lo que contribuyó la dubitativa actuación del meta Casto. Si algún día publica su autobiografía, este hombre debería contar porqué Chaparro ha depositado en él esa confianza ciega.

Faltaban diez minutos para el final del primer acto y en ese punto el Almería alcanzó su cénit, para luego desintegrarse de forma preocupante, tal vez aquejado del gasto físico realizado durante la semana.

Antes de eso pudo verse que con el nuevo dibujo táctico Julio Álvarez continúa intentando llevar la manija, que Soriano cubrió la baja de Juanito y que Bruno no subió su banda con la alegría habitual, quizá porque Mané se prodigó más por la izquierda y en el 4-4-2 un lateral está obligado a compensar las incursiones del otro, siendo más defensor que carrilero.

En esas llegó el descanso y se acabó lo que se daba. El Betis, que tiene a gente cobrando sueldos estratosféricos, estaba obligado a dar la cara y lo hizo. Chaparro se apoyó en Sergio García y Emaná para buscar la igualada. El primer aviso del catalán fue directamente al larguero y le tomó el relevo el camerunés.

Emana, suspiro de Alfonso García el pasado verano, sabe jugar al fútbol aunque tiene más pinta de medio melé de rugby. El africano, puro músculo, se adueñó del centro del campo abarcando desde Cortijo Grande hasta El Alquián y empezó a llegar con peligro. Una de sus penetraciones lo dejó solo frente a Diego Alves, pero le faltó una bocanada de aliento para dirigir el remate, que salió desviado. Poco después envió un obús al larguero de falta directa.

Un tipo de este calado seguramente habría hecho menos dañina la pérdida de Felipe Melo, pero lo que costaba terminó siendo invertido en fichajes de medio pelo. Si al Almería le faltaba algo que aumentara su hemorragia era que Chaparro metiera otro delantero, y el trianero lo hizo. La entrada del 'tanque' Pavone aumentó el pavor en la zaga rojiblanca, pero por fortuna ni con esas los sevillanos lograron empatar.

A cuatro minutos para el final el Betis tuvo su última oportunidad. Sergio García (que alguien me explique cómo este hombre es campéon de Europa y Raúl no) se plantó en el punto de penalti y allí demostró su mediocridad como delantero, pues la portería se le quedó pequeña en lugar de agigantársele.

En las filas rojiblancas Kalu Uche aportó al salir lo que viene acostumbrando: nada o algo negativo, en esta ocasión una expulsión en forma de roja directa. Piatti sí tuvo hambre en los minutos que dispuso y cerca del 90 casi evita el descuento de infarto. Hubo que sufrir, pero valió la pena.

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