POR mucho respeto que haya que tenerle a todos los equipos de la categoría, el Almería nunca puede cederle el balón y el terreno de juego a un rival como hizo ayer. Ya le pasó ante el Mirandés durante la primera parte y le salió el tiro por la culata, y ayer repitió planteamiento. El Lugo es un conjunto hecho y derecho, que tiene calidad para salvarse, pero no puede amilanar y asustar a un club que lucha por ascender a Primera División. Los lucenses aprovecharon que el Almería ni quería ni sabía para demostrar que no hay que confundir respeto con complejos. O con miedo. Y para terminar de echar la tarde, Gracia puso la venda cuando la herida ya estaba supurando: movió el banquillo sólo cuando los nervios y las prisas ya habían vencido el equipo.