Llegó el momento más esperado por los pequeños. Sus sonrisas inundaron el ferial en la primera noche de las fiestas patronales. La ilusión de los niños, que acudieron acompañados por abuelos, padres, primos y amigos, se hizo palpable al ver, por fin, las luces y músicas de las atracciones en pleno funcionamiento.

La alegría de mayores y niños envolvió la parte del recinto más colorida y luminosa destinada al público infantil. Y es que, en las primeras horas, tras la inauguración oficial de la semana de celebración, esta zona fue la más concurrida. Los niños almerienses, que esperaban ansiosos desde hace días la llegada de los cacharros, se juntaron con primos y amigos de fuera de la capital, que tampoco querían perderse la cita con la feria este año. Así, paseaban por el recinto familias procedentes de Madrid, Barcelona, Valencia, Granada y Alicante, entre otras provincias.

Los tradicionales puestos de algodón dulce, mazorcas de maíz y globos multiformes, ubicados alrededor de las atracciones de los pequeños, fueron fieles testigos del inmenso goce y la evidente satisfacción infantil.

La mayoría de ellos se mostraron insaciables a la hora de subir en sus carricoches preferidos y pedían a sus padres y abuelos una oportunidad más, la última quizás de esta primera noche, para sentir las fuertes emociones que algunas como el clásico tren de la bruja, los coches de choque o el barco vikingo, les hacen sentir año tras año.

Las niñas se sentían pletóricas y llenas de júbilo al haber llegado el día en el que poder llevar sus trajes de lunares, sus largos pendientes, peinetas y sus zapatos de tacón, como manda la tradición. Pero ellos no se quedaron atrás y también se mostraron orgullosos al llevar sus sombreros y chalecos cordobeses. Tampoco faltaron los piropos por parte de sus familias.

La inocencia sucumbió a los encantos y a la magia de esta primera velada festiva. Algo que, sin duda alguna, será una constante en el recinto ferial.