Mundial de Rusia 2018 · Crónica del Irán-España

España deja más dudas... en el triunfo (0-1)

  • Un gol de rebote de Diego Costa sirvió para acabar con la muralla que había puesto Irán delante de Beiranvand

  • Con el marcador a favor, el cuadro de Hierro evidenció demasiada debilidad para defenderlo

Los jugadores celebran el gol de Costa.

Los jugadores celebran el gol de Costa. / Efe

Primer triunfo de España en el Mundial de Rusia y, paradójicamente, la selección dejó muchas más dudas cuando se puso por delante en el marcador que cuando tuvo que pelear por atacar la fortaleza que habían montado los iraníes delante de Beiranvand. Fue una cita complicada de analizar bajo los parámetros de la normalidad, pues los asiáticos no tuvieron el menor rubor para proponer otro deporte, para acercarse mucho más al balonmano. En esa fase, la escuadra de Fernando Hierro lo pasó mal, como si no lo tuviera preparado, pero más preocupante aún fue la sensación de inseguridad transmitida con el gol de Diego Costa ya contabilizado. Primer triunfo de España en el Mundial de Rusia y, paradójicamente, la selección dejó muchas más dudas cuando se puso por delante en el marcador que cuando tuvo que pelear por atacar la fortaleza que habían montado los iraníes delante de Beiranvand. Fue una cita complicada de analizar bajo los parámetros de la normalidad, pues los asiáticos no tuvieron el menor rubor para proponer otro deporte, para acercarse mucho más al balonmano. En esa fase, la escuadra de Fernando Hierro lo pasó mal, como si no lo tuviera preparado, pero más preocupante aún fue la sensación de inseguridad transmitida con el gol de Diego Costa ya contabilizado. 

No es normal que un combinado capaz de aglutinar tanto talento tenga semejantes problemas para administrar la situación, para conducirla hasta donde más le interesaba e incluso para asestarle el segundo golpe a una Irán que, entonces sí, ya se había desprotegido. Ocurrió lo contrario, España no supo si atacar o si defender y entró en una indefinición que no le costó la igualada por pura casualidad. Hasta un gol justamente anulado a Ezatolahi se produjo y también Taremi tuvo otra clara en un cabezazo bastante franco.

Esos detalles no se pueden permitir cuando existe tanta diferencia entre una y otra selección y es lo que conduce a una inquietud que no había existido hasta ahora sobre el papel que debe recitar España en este Mundial. En el fútbol no basta con tocar, con jugar bonito, como siempre intentan Isco, Iniesta y Silva, también hay que desarrollar otras cualidades tanto tácticas como de esfuerzo para defender, para protegerse cuando el adversario está por debajo. Justo ahí falló una España que lo había pasado realmente mal para ponerse por delante y transmitió demasiada inseguridad cuando ya el físico había dicho basta en muchos de los elementos más importantes del equipo.

Pero tal vez no se debería adelantar el relato de los hechos y sí convendría un análisis detallado de la primera hora del litigio. Queiroz no tuvo rubor ninguno en parapetarse detrás e incluso al ver el tramo final tal vez pudiera haber arrepentido algo de haber sido tan contumaz en esa disposición. Irán no jugó con defensa de cuatro, tampoco con una zaga de cinco, ¡se plantó por delante de su guardameta con seis en línea! Los teóricos extremos se convertían en laterales para colocar una zaga detrás que se asemejaba mucho más al balonmano que al fútbol. 

Y encima los cuatro que estaban por delante no es que estuvieran cerca del mediocampo español; en absoluto, trataban de impedir los pases interiores para evitar que la pelota llegara controlada por delante de esos seis de la última muralla. Hierro, para tratar de contrarrestarlo, había apostado por Carvajal y Lucas Vázquez en la banda derecha en su afán por buscar profundidad por ese costado y por tratar de abrir el campo.

Craso error, a los iraníes les daba igual que la pelota pudiera llegar a las bandas con ventaja para España, ellos tenían muy claro que debían tener mucha superioridad numérica cuando se produjeran los centros desde los costados. Así sucedió, las veces que la selección llegó con opciones de centro sencillamente en el remate había una inferioridad manifiesta, pues la mayoría de las veces se enfrentaba Diego Costa contra cinco contrincantes. 

A eso también se le debe sumar un detalle que tampoco es baladí. Las pérdidas de tiempo, las interrupciones, la tardanza en sacar el balón en cada situación a favor de Irán llegaron a provocar la desesperación de una España que se veía impotente para meterle mano a un combinado bastante inferior técnicamente. Un problema en ese sentido fue la escasa preparación del encuentro. Hubiera sido mucho mejor provocar que, como en el balonmano, los extremos se desdoblaran hacia la posición del delantero centro, para originar ahí superioridades y mayores opciones de remate. 

Fue evidente que Lucas Vázquez no llegó a enterarse de ello y tampoco Isco supo interpretarlo, sí fue Carvajal quien más veces se metió hacia dentro y por ahí llegó a hacer sufrir a Irán en alguna combinación con Silva para que el canario tuviera el disparo llegando de cara. Pero fue muy poco lo que ofreció España para romper semejante fortaleza.

Tampoco varió el guión en exceso tras el intermedio, aunque en esa primera fase ya sí se produjeron acercamientos. Piqué pudo marcar en un saque de esquina, Beiranvand se lució en un disparo de rosca de Busquets que tampoco exigía una palomita así, Isco tuvo un disparo en una llegada de Carvajal... España fue avisando hasta que, por fin, la socorrió la fortuna. Un despeje del lateral Rezaeian se estrelló en la rodilla de Diego Costa y el balón fue imposible de detener para el sorprendido Beiranvand.

Ventaja para España, la principal parte del trabajo estaba hecha y sí, es verdad que al final el marcador registró un triunfo que pone a los hombres de Hierro muy cerca de la clasificación para los octavos, pero queda la duda de qué sucederá si la situación se origina ante un adversario de más calado. España debe manejarse mejor cuando tenga ventaja, Portugal ya le empató y ahí está la diferencia entre un título o irse a casa. Mejor trabajar con triunfos, pero, justo en la victoria, ya no queda tan claro que el final del camino esté en Moscú a mediados de julio. 

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