Cultura

Inka Díaz mostró su talento en el Patio de los Naranjos con la Alcazaba de testigo

  • La bailaora tuvo una actuación sobresaliente en la quinta cita de 'Plazeando II'

La bailaora Inka Díaz fue la encargada de exhibir su arte en la quinta cita de Plazeando II, que llegó al Patio de los Naranjos del Cuartel de los Soldados el jueves, y allí hasta el remate final por fiestas por bulerías tuvo al público en vilo y muy entregado.

Medio millar de almerienses y visitantes se dieron cita en el singular escenario para ver el baile de la almeriense, que deleitó a los asistentes como apertura con unos aires abandolaos basados en las malagueñas y rondeñas que ejecutaron con maestría Cristo Heredia al cante y José Bellido a la guitarra.

En esta ocasión con una bata granate y flecos y corpiño crudo creciéndose con energía en un baile que no entra fácilmente en los repertorios al uso.

Con el respetable entregado al espectáculo en su conjunto, el cantaor de Pescadería se derivó por la caña, un palo también casi en desuso donde se acopló raudo el toque de José Bellido y en sus letras recordó al gran ejecutante del estilo, Rafael Romero 'El Gallina', arrancando fuertes aplausos que no aminoraron en las sevillanas corraleras que Cristo Heredia se atrevió a interpretar.

La joven, pero experimentada bailaora, tomó otra vez el escenario para llenarlo con el palo más autóctono de Almería, el taranto, en el que demostró su braceo y taconeo expresivo que cerró por tangos de Graná con y sus típicos desplantes, que despertaron euforia en los presentes.

Los artistas acompañantes a las palmas y coros, Antony Santiago y Juan Andrés Heredia acompasaron los melódicos toques y enérgicos rasgueos de Bellido en la interpretación de la bulería a guitarra que sirvió de entrada de nuevo al cante de la afinada voz de Cristo Heredia, que echó mano de los tangos más reconocibles de Camarón, lo que dio la posibilidad al cambio de vestuario de la primera intérprete que decidió cerrar en un principio su espectáculo por alegrías, mirabrás y cantiñas en general.

Luego Inka se creció, tanto que fue una soberana sobre el baile más repetido y que con más facilidad llega al público, en él la joven, a un compás desorbitado, con un conocimiento exhaustivo y con una pose encajada en todo lance, desarrolló los taconeos, las escobillas, los braceos, y los altos vuelos de la bata, arrebatando totalmente los olés y el aplauso del público.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios