Música

La inmediatez del rock de Brasi conquista el Teatro Apolo con su disco ‘Paladar y regalar’

  • El rockero almeriense demuestra su crecimiento escénico y musical en un gran concierto

Brasi con su banda durante su actuación en el Teatro Apolo.

Brasi con su banda durante su actuación en el Teatro Apolo.

Los Stones cantaban aquello de que “es sólo rock and roll, pero me gusta” y hay algo de esa familiaridad costumbrista en la propuesta musical con la que Brasi hizo disfrutar durante hora y media al público congregado en el Teatro Apolo, en lo que fue la presentación oficial de su tercer larga duración en apenas siete años. Paladar y regalar no sólo es el digno sucesor de sus hermanos mayores Tonteando el terreno (que, por cierto, regalaron a la entrada a cada uno de los presentes) y Marcaje al hombre, sino que evidencia un paso hacia la madurez compositiva en los aderezos sutiles en los arreglos, de la mano de un productor experimentado como Mario Cobo (Loquillo, The Nu Niles, Los Mambo Jambo, The Lazy Jumpers), que tampoco quiso perderse la ocasión, llegando a salir a escena en los dos últimos temas del repertorio.

La autodenominada como Brasi Rock Band estuvo formada por Víctor Gutiérrez y Juanjo Merino a las guitarras, Guille Mesas a la batería y Roy Van Uden al bajo. Además de la colaboración de Cobo en los compases finales, el tramo central del concierto también contó con el piano y el Roland de Luis Sánchez, productor del primer trabajo de Brasi.

La cita estaba enmarcada en la programación de la temporada de invierno puesta en marcha desde el Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería, en esa línea de trabajo constante que mantiene en el firme apoyo de los creadores almerienses.

Las cartas sobre la mesa y una declaración de intenciones nítida desde el arranque si se emplea Green Onions de Booker T & The M.G.’s como introducción a la salida de los músicos. Madrid no era suficiente fue el tema encargado de prender una mecha de un recorrido que, evidenciando una de sus principales virtudes, transita por terrenos, marchamos y sonoridades cotidianas, disfrutables y rápidamente aprehensibles. Un poco más rápida y con una magnífica línea de bajo antes del estribillo brilló su continuación en Ya no lo echo de menos.

Brasi incluyó en la docena y media de canciones del repertorio las diez nuevas de su nuevo trabajo, que convivieron con naturalidad con las representantes de sus antecesores. Es el caso de la más añeja No te he dado por perdida, más grácil, o el medio tiempo de tintes épicos y más circunspectos de Bajo tus pies.

Merece mención especial Víctor Gutiérrez y la capacidad de extraer de su guitarra todo tipo de sonoridades en función de las necesidades de la canción. Con una amplia pedalera, empleó con sutileza todos los recursos, especialmente notable en Tonteando el terreno. Por su parte, Rompiendo corazones encerró la primera dedicatoria de la noche, para Witi, hermano de Brasi, “es la primera canción que escribí y él siempre me ha dado ese empujón para seguir haciendo música”.

Tras ella, comenzó un tramo de concierto que contó con la presencia del citado Luis Sánchez a las teclas. Primero para participar en el momento más íntimo de la noche con Estaré aquí, interpretada a voz y piano. Una canción escrita por Brasi a su hijo de casi tres años, que se lo pasó igual de bien que el resto de público durante todo el concierto. De todo puede pasar aumentó ligeramente las pulsaciones pero dentro todavía de una dinámica algo más reposada, para terminar de recuperar el nivel de excitación con Gente corriente y, sobre todo, Sin pedir perdón, de marcada querencia stoniana y con bien de Roland.

La escalada antes de los bises fue un buen ejemplo de cómo echar el resto en el tramo final de un concierto. Fogonazos luminosos hizo honor a su nombre con un estribillo cargado de esos juegos de palabras que alumbran toda la discografía y cancionero de Brasi, “cada vez que voy de farol se funde la bombilla”, pasando por Sin tocar el cielo, de fraseo rápido y guitarreo más sucio rayano el power punk. Mil maneras de morder el polvo fue el tema que sirvió para presentar a los integrantes de la banda, mientras que Paladar y regalar lució en su coda más hedonística y divertida y Pateando la ciudad con las hechuras hímnicas con bastante roll. La despedida ficticia dio paso a la dupla final de la velada, ya con Mario Cobo en el escenario. “Hemos producido el tercer disco con él y llegábamos al estudio con lo que creíamos que eran canciones terminadas y siempre nos aconsejaba meter otros arreglos, otras guitarras, coros. Ha sido un placer trabajar con él”, presentó. Mundo Loco, muy inmediata, y Hasta el final con un gran solo de guitarra de Cobo, lleno de clase, pusieron el broche de oro a la puesta de largo del nuevo álbum de Brasi.

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