Análisis

jorge colipe

Agonía

Jugar la Copa Libertadores en tierra de conquistadores es el último chiste

ésa fue la palabra que utilizó Gabriel Omar Batistuta para definir lo que sucede en el fútbol argentino, después de conocerse que la súper final de Copa Libertadores de América se jugaría en Madrid, en el estadio Santiago Bernabeu. La agonía no parece ser solo del fútbol, en todo caso el fútbol, lo más visible, global o internacional que tenemos los argentinos, refleja la agonía de un país incapaz de dar pasos hacia adelante, por razones internas y externas. Lo escribo desde el dolor y la distancia. Lo veo a través del filtro de la tristeza que cada día que pasa me reafirma la decisión aquella que tomé hace 17 años de saltar el charco, de huir como un cobarde de los problemas de una sociedad en caída libre, aferrada a un paracaídas que nunca se abre. No es estrictamente ideológico, cultural o político, es todo a la vez. El fútbol, el puto fútbol no es un chiste. Macri, el presidente argentino, el mismo que se olvidó hace unos días de ir a recibir a Macron, saltó a la política desde la presidencia de Boca. Seguro que se le pasó ir a recibir al presidente de Francia porque estaría distraído en cualquiera de sus frívolos entretenimientos. Puede que estuviera viendo un partido de fútbol o puede que estuviera jugando a gobernar. Da igual. Un gobierno absurdo que parece que puede organizar una cumbre del G-20, pero no puede garantizar la seguridad de un partido entre Boca y River. Macri también es un reflejo de esa sociedad que tira piedras escondida tras la cortina de la pasión. Lo que pasó en el frustrado River-Boca, pasa a cada rato en todas las esquinas y canchas de fútbol. El fútbol es el gran escenario, pero en Argentina existen pequeños espacios escénicos donde la violencia es la protagonista. La violencia es lo único gratuito y democrático que va quedando en un país dominado por hooligans vestidos con camisetas de fútbol o con chaqueta y corbata. Jugar la Copa Libertadores en tierra de conquistadores, es el último chiste, unos 500 años después.

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