Análisis

pablo laynez

Ánimo para Brito

Uno se acuerda de los árbitros por sus malas tardes, pero tras el pitido final son personas

Hay una serie de colegiados que están en el ideario de los diferentes Almería, sean cual sean sus siglas. Nadie se acuerda de un colegiado por cumplir a rajatabla con su función, sino que siempre recuerdas fallos grotescos que, normalmente, han costado derrotas dolorosas. A la mente se me viene Mateu Lahoz y sus expulsiones ante Murcia y Ferrol, Iglesias Villanueva con el penalti ante el Cádiz, Lozano Segado con la roja a Cuaresma en aquella fatídica tarde frente al Orense, Brito Arceo y las dos amarillas seguidas a Barbaric en Copa del Rey ante el Atlético de Madrid del doblete... Precisamente el tinerfeño es actualidad estos días, después de que El Mundo hiciera pública su desesperada situación personal. Sin profundizar mucho en ello, a modo de resumen puedo contar que Brito está sumido en una depresión después de que Sánchez Arminio lo apartara del arbitraje por cuestiones políticas, que no deportivas. Y eso que es un árbitro que no me gustaba, pero no le quitaron en silbato por sus fallos. Tras quedarse sin los ingresos, las deudas de una vida anterior de mucho lujo le han ahogado. Y sus intentos de trabajar han sido en vano. Después de temporadas y temporadas cobrando unas dietas portentosas [como todas las que rodean al balón], el excolegiado vive ahora de las ayudas sociales y está a punto de perder su casa, puesto que tiene una orden de deshaucio. Es un caso muy particular, hasta ahora era habitual escuchar casos de deportistas que se arruinaban y echaban a perder sus vidas por culpa de su mala cabeza. Sin embargo, como hace unos años el arbitraje no era una profesión, el sueldo de los de negro era más humilde. Sólo queda desearle suerte y ánimo a Brito Arceo, como cualquier persona que se encuentre en una situación parecida, pero quizás por aquello de haberle pitado a tu equipo, aunque fuese mal, te hace tenerle cariño.

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