Análisis

nico garcía

Niños y jóvenes de cristal

Niños de cristal que crecen a jóvenes de cristal y chulos para acabar siendo adultos

"Es lo que ocurre en la actual sociedad. Que son niños para lo que quieren. Para encararse con un adulto, son niños. Pero después no se les puede pedir explicaciones. Son críos en el momento que desean. Esto es lo que estamos enseñando y la sociedad que estamos construyendo", comentó un entrenador de uno de los numerosos encuentros al que asistió el que suscribe este pasado fin de semana, por eso de que es más puro y divertido ver en directo un partido de categorías inferiores que uno profesional en el televisor. Instantes antes, el adolescente, con vello ya y prácticamente un adulto a falta de que lo confirme el DNI, se había acordado de la madre del contrario, pidiéndole respeto el técnico. Entonces saltó uno de esos padres de la grada afirmando al entrenador que eran niños y que no se podía encarar, empero nadie recriminó la actitud del adolescente, encarándose con un adulto que le pidió respeto. Una vez puesto en contexto la frase inicial, ésta cobra aún más sentido porque educación, deporte y sociedad están más que relacionados. No es tópico, sino realidad. Se ha pasado de que el familiar regañe al niño después de lo que lo haga el maestro, profesor, monitor o entrenador a que sea el familiar el que recrimine al crío o joven el hecho de intentar corregirlo para construir una mejor sociedad. Y en ese proceso se ha involucionado para tener a niños y jóvenes de cristal, algunos sin educación. Si llueve (o si hace frío o calor) o si hay unas mínimas molestias, el jugador no puede ir a entrenar por si se resfría. Si le dan un golpe sin importancia, el mundo debe pararse. Si se queda fuera de una convocatoria, se queja porque el niño es como el cliente: siempre lleva la razón. Si insulta y se encara con un adulto, la culpa es del último. Y en esa estamos, con niños de cristal que crecen a jóvenes de cristal y chulos para acabar siendo adultos, sin educación y cero autocrítica.

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