Hace unas semanas oímos esta frase de la boca de Julen Lopetegui, luego que su equipo, el Sevilla, quedara eliminado de Copa del Rey en manos del Barcelona, después de haber desperdiciado una ventaja de dos goles y fallado un penalti en el partido de vuelta. El técnico sevillista tiró de metáfora para explicar el momento que estaban viviendo, minutos después de quedar eliminados de la competición. Lo cierto es que la frase "tragar veneno", es una de las maneras en las que Marcelo Bielsa ha explicado más de una vez, el sentimiento tras la derrota en un deporte que no hay justicia. Pero el técnico argentino va un poco más lejos, y su giro dramático, intenta advertir que en el mundo del fútbol, generalmente la mayoría de jugadores e hinchas, estamos condenados a tragar veneno. La razón es sencilla, se pierde más que se gana. Se puede perder de muchas y diferentes maneras, por lo que, dependiendo del modo, de lo fea que sea la derrota, la ingesta de veneno puede variar en su cantidad y calidad. Digamos que ese es el matiz. Pero el camino hacia el éxito, esta lleno de fracasos. Son muchos los que se quedan tirados mientras pocos se relamen saboreando las mieles de la victoria. Aun ellos, en algún momento, alguna vez, se vieron obligados a tragar veneno, porque siempre que uno gana, hay alguno que pierde. Porque por suerte, los triunfos no son eternos, porque si en algún lado existe algo de democracia, es en un partido de fútbol. En casi todas las otras disciplinas, el bueno gana y los demás están condenados a tragar veneno, bajo el oscuro deseo de que la tarta se de la vuelta. Pero en el fútbol existen los accidentes, los imprevistos que marcan una contienda. La pelota que se iba afuera y dio en una mano dentro del área, el rebote que se convirtió en el gol de la victoria, el Ter Stegen que le para un penalti de campeonato al hasta ese día infalible, Lucas Ocampos. Toca tragar veneno, esa es la cuestión.