La cara de Fran Alcoy era el reflejo del alma en la previa del partido ante el Mancha Real cuando salió el tema del césped, que le llamaremos césped para situarnos, pero en realidad lo que actualmente presenta el piso del estadio Santo Domingo es otra cosa. No es que se levante, es que en varias partes del terreno de juego ni siquiera existe. No es una calva díscola, se trata de alopecia crónica.

Obviamente, cuando el terreno de juego está mal afecta a los 22 jugadores sobre el campo, no solo a los que pierden (¡que vivan los tópicos!), pero en realidad este planteamiento tiene trampa, y el propio mister dio la clave tras la dolorosa derrota del domingo: si empiezas perdiendo y tienes que remontar ante un equipo rival parapetado tras un autobús de dos plantas, lo que más se necesita es velocidad y precisión, y precisamente ambos atributos son enemigos de un césped (muy) irregular. En cambio, para aquellos que únicamente han de defender el arco propio para llevarse el botín a casa, cuanto peor esté el terreno de juego, mucho mejor.

Si por algo han de caracterizarse los equipos fuertes, competitivos y que obtienen resultados con independencia de las circunstancias es por su capacidad de adaptarse a cualquier eventualidad en cada momento, la tan de moda 'resiliencia', que parece valer para todo hoy en día. Pero eso no quita para que todo el trabajo previo a los partidos y los encuentros como local, esos que en teoría han de otorgarte una ventaja apreciable sobre tu oponente por el simple hecho de jugar en casa, esté fatalmente condicionado por no disponer de un césped decente. La relación del club con el Ayuntamiento ejidense es excelente y así lo defiende el presidente Alejandro Bouza cada vez que se refiere a la administración local. Y la cosa, por suerte, cambiará en el parón navideño, porque el Consistorio va a actuar colocando un nuevo tapete a base de tepes, que sin duda mejorará las condiciones de trabajo. Esa es la intención y en el club confían en que sea posible. Será, sin duda, su mejor regalo de Reyes.