Treinta y cuatro es el número de guerras que vive el Planeta en la actualidad. El balance puede aumentar si el deseo de Vladimir Putin de cambiar el gobierno proeuropeo de Ucrania desembocas en una invasión de las tropas rusas. Todo conflicto armado tiene en su origen la misma crisis, la del diálogo y la palabra. Es por eso que la primera baja de cualquier contienda es la verdad. La evidente crisis de la UDA es de otra naturaleza. Tiene que ver con el relato y el juego. El equipo ha dado positivo en gol y fútbol, pero su entrenador asegura que es una enfermedad pasajera. Rubi dice lo que dice porque su papel es ese, desdramatizar. No puede avivar las tensiones ni tan siquiera con la palabra. Le ocurre como a Margarita Robles, la Ministra de Defensa, cuya misión es conciliar. Pero los hechos son los que son. Ha cedido seis goles y ha hecho sólo dos en los cuatro últimos partidos. La crisis, así las cosas, es ofensiva y defensiva. El equipo más seguro y goleador de la categoría tiene la pólvora mojada y da síntomas de debilidad. Lo intenta, pero no es suficiente, y atrás, se bambolea como un junco cuando sopla el viento. Hay que naturalizar las cosas y los Samú Costa, Ramazani y compañía no pasan por su mejor momento. La ausencia de Umar Sadiq se ha acusado mucho y su regreso, este sábado en Oviedo, se tiene que acusar, en positivo. El nigeriano ha de ser el bálsamo que cure la irregularidad y falta de gol. El equipo ha cedido el liderato, pero sigue en ascenso directo. Hay motivos para la preocupación, pero no para declarar una guerra contra la plantilla y el técnico. Los conflictos sobran y más si son armados. Pero el equipo tiene que recuperar el paso, para que la desconfianza no se apodere del graderío, donde luce un videomarcador que sólo estrenó el Eibar.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios