No podemos negar que los veranos con Turki Al Sheikh son los más entretenidos que el aficionado rojiblanco recuerda. Con unos 450 rumores por minuto, las insípidas semanas sin fútbol se llevan de otra manera. Un día nos encontramos con que la famosa bomba llegará en cuestión de horas. Al otro, leemos que una de las estrellas del equipo puede irse al Getafe -los azulones se han erigido como el club comodín este verano-. Esa misma tarde, resulta que desde un país exótico dan por hecho que una de sus perlas llegará al club y, a la mañana siguiente, un fichaje atado desde hacía días se debate, de pronto, entre irse a un Primera o aceptar el suculento oro de Turki.

Es la nueva UD Almería, la del dinero cuasi infinito alrededor del cual orbitan agentes cuyas bocas humedecen con contratos millonarios y jugadores ansiosos por llegar a una ciudad tranquila con un proyecto ambicioso. Y, entre ellos, emerge una nueva corriente que trata de emular al periodismo, pero que está a años luz de lo que nos enseñaron en la facultad.

Las redes sociales, el altavoz del pueblo, se han convertido en un hervidero de rumores, comentarios, opiniones y noticias que se actualiza al segundo. Si dudas, te quedas atrás. Esta especie de 'minuto y resultado', lejos de profesionalizar a los aficionados, ha aficionado a los periodistas. Dar una primicia es hoy más importante que verificarla. Últimos flecos, acuerdo total, a falta de la firma o reconocimiento médico han perdido su valor hasta el punto de ser meras muletillas que otorguen impacto al mensaje. Si tu información se corrobora, gloria. Si finalmente no se da, olvido. Y a por otra. La inmediatez ganando a la profundidad.

Sería interesante que, quienes de verdad ansían generar información, indaguen qué sucede con el dinero de los abonos. O con la reforma del estadio. O con la ciudad deportiva. Que destapen un fichaje está bien, pero es lo de menos. Aunque supongo que, con agentes comiéndote la oreja todo el día, es lo más sencillo de adelantar.