No resulta fácil analizar a este Almería. Y eso que ya se ha completado un 80% de la competición, siendo en el tramo final de una liga cuando menos sencillo es sacar conclusiones claras sobre un modelo de juego. Incluso las sensaciones a veces no se corresponden con los resultados. Por ejemplo, en los dos ascensos de la UDA a Primera División la defensa imponía; esta temporada no da esa sensación, pero sólo el Málaga, el Sporting y el Cádiz han encajado menos que los de José María Gutiérrez, que apenas han recibido un gol en los últimos cuatro encuentros. Sin embargo, el problema está en medirse a un rival con un bloque bajo cerca de su meta. ''Ante el Racing nos pasó lo mismo. Hemos hecho las cosas bien, pero no hemos estado acertados porque estaban diez rivales en su campo. Saben a lo que jugaban y nos han complicado. No me ha sorprendido su planteamiento'', comentó José María Gutiérrez tras el encuentro ante Las Palmas, corroborándose tres días después en La Romareda, donde el Almería aprovechó las transiciones defensa-ataque, acertando de pleno el torrejonero con la entrada de Arvin Appiah para jugársela con el joven Francés y Valentín Vada, quien le da mucha rapidez al equipo almeriense en esas transiciones. Gran planteamiento de José María Gutiérrez, acertando después con los cambios. Y no es resultadismo. Ahora toca de nuevo jugar en el Estadio de los Juegos Mediterráneos. Es habitual (y totalmente lícito) con tanto partido y después de tres meses parados que muchos equipos metan bloque bajo, sobre todo fuera de casa, donde el rival suele tener más responsabilidad de proponer. Ahí es donde está el problema rojiblanco. Y la llave. Jugadores diferenciales hay. Dice José María Gutiérrez que la clave está en casa. El madrileño no es tonto y sabe que tener esa llave para abrir las líneas juntas sin espacios a la espalda puede dar un ascenso.

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