El medio y el ambiente

¡Despertemos valencianos!, dice su himno

Cuando yo estudié la carrera, al llegar a 4º curso podíamos elegir entre 3 especialidades. La diferencia entre las 3 era mínima, pero la más fácil era la de Didáctica de la Química y, lógicamente ésa es la que elegí. La razón fundamental: era la más divertida, y no precisamente por el plan de estudios. Bromas aparte, en 1º, recién llegado a Granada iba un par de tardes a la semana, a un Colegio del Zaidín a estar un rato allí, después de sus clases, con unos zagalillos, con los que me lo pasaba muy bien: había uno que, con todo respeto, me llamaba don Enestasio, y otro cuyo interés fundamental, era saber de dónde salía el fuego, y apara ayudarme a explicárselo, siempre me llevaba una caja de cerillas. Me gustaba estar con ellos y los quitaba de la calle un par de horas.

Por lo tanto, no es de extrañar que en 4º me decantara por "didácticas". Era cuando todavía vivía el general y algún que otro sábado veíamos pasar a "Juancar" por el camino de Ronda, con "la Sofi" conduciendo, camino de la Sierra.

Un Maestro, que nos caía bien, nos enseñaba nuestros primeros rudimentos de Didáctica y de Pedagogía en un aula "prefabricada", de esas que parecen la oficina de una obra. Disfrutábamos de la Naturaleza, pues estaba sobre tierra, y formaba parte de una escuela, toda ella con ese tipo de aulas. Así había bastantes en aquella Granada en crecimiento. Pero de eso hace casi 50 años, me cuesta escribir la cifra, pero afortunadamente puedo, y me alegra hacerlo, porque los he, y sigo, viviendo. Fue una inmersión rápida en la Enseñanza, con efectos instantáneos: problemática inyectada en vena.

Y era una época convulsa en la Enseñanza española, en todos los aspectos, tento por el crecimiento del número de alumnos, como por las nuevas corrientes de métodos de enseñanza, como por los cambios sociales que ya se habían hecho visibles. Recuerdo la famosa huelga de la construcción en Granada, cuando los albañiles tapiaron la entrada al edificio de sindicatos y, desde allí les lanzaban a "los grises" los que les habían sobrado, que eran bastantes. Bueno, pues 50 años después leo que en Valencia, la Seguridad Social, la de hoy día, cuida a casi 12.000 valencianos en Torrente (Valencia) en barracones del mismo tipo en el que yo comencé mis clases de Didáctica hace 50 años, y que ya quisieran ser semejantes a los que veo en las obras del Bernabéu, cada vez que el autobús me pasa por delante de ellos. Ironías de la vida.

A estas alturas, me da igual el signo político del que sea el gobierno valenciano, la vergüenza para ese gobierno no sabe de partidos. ¿Verdad que eso no está bien?

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