Cuando éramos eternos aspirantes a entrar en el Mercado Común, no teníamos ni idea de cómo iba a cambiar todo esto, y valga la expresión. El general mandaba por allí a alguien de vez en cuando a formular la clásica pregunta de: ¿qué hay de lo mío?, y hasta la siguiente visita. De pronto, un buen día, aparece en los papeles lo de que la URSS ya es historia, que hay un Papa polaco, que ya no hacen falta los DUE, o algo así, ni pasar por la Aduana para enviar tomates a Francia, y que ya el único sitio donde comprar tabaco barato, si no te pasas con la cantidad, es Gibraltar, que pilla a trasmano, dicho sea de paso. Es decir, dejamos de ser naciones para convertirnos en miembros. Ya podíamos ir a Francia a llevar tomates, o a Amsterdam a comprar un caneco de Bols sin “miedo” a la Aduana. Y un poco más adelante, se inventaron lo de la globalización, con Amazon, eBay, y que puedes comprar lo que quieras donde quieras, que pagando los impuestos correspondientes te llega a tu casa. Pero mi problema es que no sé qué somos. No sé si somos miembros de una comuna o si somos vecinos, bien o mal avenidos, de una Comunidad de Propietarios.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios