Jugar con fuego

Los que dirigieron el ‘procés’ eran esa clase de personas que juegan con fuego sin saber que el fuego quema

Cualquier persona que posea un mínimo de decencia sabe que la concesión de una amnistía a todos los implicados en el procés–a cambio de siete miserables votos en el Congreso– es una aberración jurídica y moral mucho peor que cualquier latrocinio o que cualquier caso de corrupción (eso que podríamos denominar la koldocracia). Es evidente que la amnistía sería una medida razonable –tal como nos ha recordado la Comisión de Venecia– si surgiera de un amplio acuerdo que garantizase la renuncia expresa por parte de los independentistas a cualquier medida política que no fuera estrictamente constitucional. Si fuera así, todos estaríamos de acuerdo en conceder la amnistía a Puigdemont y sus secuaces, incluso perdonando los casos flagrantes de malversación de dinero público (un dinero público que podría haberse dedicado, por ejemplo, a los enfermos de ELA). Pero nada de esto ha sucedido. Las negociaciones son una vergonzosa extorsión que una banda de delincuentes le ha impuesto a un Gobierno débil y acorralado, formado por una curiosa mezcla de ilusos intoxicados por la ideología bolivariana (los ministros de Sumar), de ineptos –muchos– y de mentirosos compulsivos (muchísimos más). Esto es lo que hay. Y todo lo demás es pésima retórica y pésimo teatro.

Hay que volver a repetir lo evidente. Ningún condenado por los hechos delictivos del procés–jurídicamente, un golpe de Estado institucional– ha manifestado su voluntad de enmienda. Ninguno ha pedido perdón ni ha reconocido sus errores. Ninguno ha prometido renunciar en el futuro a cualquier maniobra ilegal. Y aun así, se les va a amnistiar. Si no querías corrupción, toma dos tazas. Convendría recordar que Cataluña tenía 17.000 policías armados que estaban a las órdenes del Govern que proclamó ilegalmente la independencia. Convendría recordar que no pasó nada porque tuvimos mucha suerte, pero que una bala perdida o un enfrentamiento fortuito podría haber provocado una matanza o incluso una pequeña guerra civil. Y convendría recordar que los politicastros que dirigieron el procés eran esa clase de personas, como decía Orwell, que juegan con fuego sin saber siquiera que el fuego quema. No, no se merecen una amnistía esos idiotas que podrían haber provocado una catástrofe sin saber siquiera lo que puede ser una catástrofe.

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