Mi Milei me mima

¿Qué sería de Sánchez si no tuviera a la ultraderecha para asustarnos con ella

Decía Daniel Innerarity en El País que defender la democracia pasa hoy “por acudir en ayuda de la derecha clásica”, lo que piensa Pedro, vaya, y que “en tiempos de zozobra política, el mejor servicio que se le puede hacer a la democracia es no meter en la misma categoría de los reaccionarios a todos los que discrepen de nuestras ideas y, en concreto, distinguir entre los conservadores y los reaccionarios”, es decir, lo que hace el presidente. ¿No le pasan resúmenes de los artículos de opinión de su diario favorito? Ah, que su filósofo de cabecera es Puente, ese gran intelectual al que el otro día la Peña Periodística Primera Plana le concedió el Premio Limón Especial, y manifestó que no entendía que algunos a los que les gusta la fruta le hayan cogido tanta manía al limón, y que conocía a algún asesor “que también sufre con los limones aunque no por ello deje de añadirlos a sus ocho gin-tonics diarios”, lo que pudo provocar cierto jolgorio en Moncloa. “¡Cumbre, Óscar, has estado cumbre!”. “Gracias, puto amo, pero ese calificativo es muy taurino y lo mismo se molesta Urtasun”. Para defender la democracia Pedro está dispuesto a echar una mano a la derecha clásica, pero al cuello. No es que Ayuso y su madrina Esperanza Aguirre, lideresas del actual PP (Feijóo anda muy despistado), necesiten que alguien las empuje hacia la extrema derecha, que hacia allí caminan ellas solitas sin ayuda; pero, hombre, a todos los que en ese partido tienen un perfil moderado y presentable, como Margallo, por ejemplo (está ya mayor, sí, pero tiene la cabeza infinitamente mejor que Biden), y como… como… Bueno, vale, muchos no abundan, pero también en el PSOE, ¿cuántos hay que no causen vergüenza? Más o menos igual, uno o dos, pero es curioso que un Partido Socialista verdaderamente socialdemócrata barrería en las urnas a esa derecha cerril, y al revés, una derecha moderada apabullaría a este socialismo irreconocible; sin embargo, ambos se deslizan cada día más hacia su extremo respectivo. Pedro está desatado y tan contento con ese tipo que sólo le falta aparecer en los carteles de estas europeas con el eslogan ‘Mi Milei me mima, yo amo a mi Milei’. ¿Qué sería de este hombre si no tuviera a la ultraderecha para asustarnos con ella? En cuanto a Puente, cuando deje de ser ministro que lo pongan a dirigir la Brigada Antivicio contra los que beben y consumen otras sustancias tóxicas.

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